Antes De La Tormenta

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Alexa

Han pasado dos días desde que volví del faro, en ese tiempo hemos buscado a Inexa y entrenado para el ataque, pero aún no estamos listos para darles la noticia a los civiles, tememos que cunda el pánico y pase un desastre. Pero quizás si no les decimos sea peor.

Últimamente solo he tenido pesadillas, relacionadas a aquel monstruo del faro, no para de atormentarme ni lejos de él. Lo veo en mi cabeza, cuando clava su garra en mi rostro, el dolor que recorre mi cara, mi respiración agitada, mis ruegos de desesperación y la sangre cayendo de mi rostro.

Su risa burlona, junto con sus frías palabras de amenaza.

Las visiones sin sentido de mi pasado siguen rondando mi cabeza, mi propio cerebro parece querer atormentarme, sé que significan, pero no las entiendo.

Despierto sudando frío, Kendall duerme en la habitación de al lado, no quiero molestarlo, así que mejor no duermo.

Me quedo despierta, viendo la oscuridad de la habitación, esto se repite varios días, incluso hoy

Sus palabras regresan a mi cabeza.

Capitana del escuadrón veintiuno.

Eclipsados que lucharon por los monstruos, yo los lidere.

Y yo los traicioné, desconozco el porqué.

Por fin supe algo de mi pasado y también de aquella chica, pero; no me siento satisfecha.

No quiero seguir indagando en eso, siento que solo me hará más daño, ahora quiero renunciar a esa búsqueda.

Aún no es tarde ¿Soy una cobarde? Diría que sí.

Abandonar esta búsqueda, solo regresaría a Punta esqueleto y viviría ahí por el resto de mis días, me encantaría eso...

No, ya es muy tarde, soy una renegada buscada por la Trifaria, volver solo perjudicaría a los pueblerinos, además tengo que defender esta aldea del ataque inminente, huir ya no es opción, después decidiré que hacer, si es que hay un después, esta batalla es una batalla suicida.

Esta noche no logre conciliar el sueño.

A la mañana siguiente me levante temprano, ahora me quedo a dormir en casa de Kendall por la situación de Inexa.

Desayunamos cereales, estaban duros y viejos, pero era ahora lo único que teníamos para comer.

—¿Dormiste bien Alexa?—pregunto Ken.

—¿Yo? Claro, perfectamente —respondí con mi mirada fija en el cereal.

El chico solo guardó silencio, creo que mi rostro le dio una respuesta contraria a mis palabras.

Kendall hace lo posible para que yo coma bien y me mantenga activa y lista, yo también tengo que apoyarlo en esa misión.

Ahora vamos de camino a aquel herrero, dice que tiene listo mi equipo.

No fuimos capaces de probar los prototipos, así que él creo la armadura completa sin probármela.

Camine junto al chico por el pueblo, la gente seguía normal, siguiendo su rutina diaria, algunos volteaban a mirar mi rostro, yo desviaba la mirada o intentaba tapar la cicatriz, sin éxito alguno.

Respecto a esto, no era tan notoria ahora gracias a mi piel un poco pálida, muy diferente al principio, pero seguía ahí, fue un precio a pagar por salvar mi vida, aunque preferiría no tenerla.

Llegamos al lugar.

—¡Ohh Kendall! Bienvenido —dijo Ziprat, el herrero no pierde los ánimos.

—Hola, amigo —devolvió el saludo Kendall.

Alma Eclipsada I: Sombras De Conminacion Donde viven las historias. Descúbrelo ahora