La Ley De La Costa

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Alexa

Tras días de viaje, llegué al pueblo portuario de Marewild, hacía calor, muy diferente a punta esqueleto. El sonido de la madera y las olas golpeando el muelle parecía lo más común para los habitantes, pero para mí era algo nuevo, ver el océano, era algo tan hermoso. El gran olor a pescado en el puerto, era lo único que me estaba empezando a molestar.

Me tapé mi nariz y tomé mi mochila con fuerza caminando, sinceramente sin saber a donde ir, estaba algo perdida, no sabía a quién hablarle, es obvio que alguna persona debería saber cómo llegar al otro lado del continente, pero no sé donde empezar.

Entre vueltas y vueltas logré dar con lo que parecía un bar, por el logo de la cerveza en él, creo que sería un buen lugar para buscar información.

Sonreí algo emocionada y empuje la puerta.

Al entrar, otro horrible olor, peor al de pescado entró en mi nariz; alcohol y sudor, junto al bullicio de docenas de conversaciones y el gran calor que hacía, no ayudaba mucho, me dieron ganas de vomitar.

Intente evitar hacer contacto visual con alguna persona, sentándome en la barra, para poder hablar con los que manejaban el lugar.

La bartender, una mujer de piel morena, algo obesa, de mala cara y cabello atado me miró de reojo, con la finalidad de no prestarme más atención que esa.

—Eh... ¡Hola! —saludé con la mayor energía posible.

—¿Qué quieres niña? ¿Te perdiste? —Dijo entre risas burlonas, a lo cual el resto de personas que había en la barra se rieron, yo en un intento de seguir la corriente, reí nerviosamente.

—Ten —dijo mientras me pasaba un trago, era de un color oscuro y su olor no me convencía para nada, aun así, para intentar encajar y poder conseguir información, tomé un sorbo.

Me arrepentí de inmediato, tosí fuertemente y me dieron ganas de vomitar, ese sabor era horrible.

Volvieron las risas, me estaba empezaba a molestar.

—Busco a alguien que me lleve a la tierra muerta —fui directa con mis intenciones, no quería dar más rodeos.

Tras decir eso, todos se quedaron callados, volviendo la vista a otro lado y hablando en susurros, yo los mire al notarlo, bastante confundida.

En ese momento la bartender me agarro de mi chaqueta alzándome por encima de la barra y derramando el trago que me había dado anteriormente.

—Menciona ese nombre nuevamente y te romperé las piernas.

—¿D-dije algo malo? —no esperaba que actuara así después de mencionar el sur de Aeissium.

Pensé en un chiste o algo para aliviar la tensión, pero era mejor no empeorar la situación, así que solo reí nerviosamente.

—Estás jugando con fuego, niña.

No entendí muy bien que tenía la gente de este puerto en contra de mencionar la tierra muerta.

Le sonreí amablemente, levanté mis manos en señal de rendición. Al hacerlo ella también me soltó.

—Tsk... Sígueme —no le había prestado atención, pero, ahora el bar estaba en silencio. La bartender, se fue al interior del bar más allá de la barra, yo la crucé y la seguí dejando una distancia considerable entre nosotros.

Ella abrió un pasadizo que nos llevó al interior bajando unas escaleras, una especie de lugar con conexiones con túneles.

—¿Puedo saber a dónde vamos?

Alma Eclipsada I: Sombras De Conminacion Donde viven las historias. Descúbrelo ahora