Capitulo 10

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- Es un honor ver que has crecido con bien Alexander, aunque no en la posición que me hubiera gustado recibirte. - comentaba un anciano.

- Su santidad, la avaricia es un pecado y no es una ofensa ser del linaje Stansgate.

- Está bien, aunque no me refería a eso. – suspira. – bueno es hora de comenzar las clases de la princesa.

Alexander solo miro perplejo al arzobispo y se despidió de su hija; mientras Alice caminaba por los pasillos a paso lento dirigiéndose a la biblioteca.

- Tome asiento princesa. – El arzobispo le dio una montaña de libros para seguirle con unas hojas y una pluma con tinta.

- ¿voy a leer todo esto su santidad?

- En efecto princesa, he investigado de usted y gracias a dios heredo el cerebro de su padre por lo que esto no será difícil más bien será para usted una ligera lectura.

"Anciano bastardo, esto es mucho más de lo que estudia un universitario, ¿acaso serás un tirano con una adorable niña?"

- Le explicare a detalle todo esto, usted aprenderá a desarrollar su magia, pero como cualquier construcción deberá tener un sedimento firme; así que empezará con la historia de la familia real y como han hecho logros mágicos cada emperador o miembro imperial, debo recordarle que estos libros no pueden irse con usted ya que son exclusivos del templo.

- Pero... disculpe que lo interrumpa, pero si son tan valiosos y secretos ¿Qué hacen en un humilde convento? ¿y porque me dejarán leerlos?

- Es una niña bastante curiosa, si quiere saber la respuesta deberá leer los libros completos. – una sonrisa burlona sale de sus labios. – prosiguiendo a lo interrumpido después de leer esos libros y si tiene alguna duda o desea anotar un dato relevante que requiera una respuesta le dejare estas hojas blancas y tinta suficiente, le hare el honor de contestarle cualquier pregunta o duda, pero eso no significa que me llame cada minuto.

- Entiendo su santidad tratare de preguntarle o aclarar cosas importantes y no tontas.

- Oh cielos no, recuerde que no hay preguntas tontas así que no dude en anotar todas que su corazón dicte... ¡por un momento lo olvido! Recuerde que su horario será de 8 hasta las 7 de la noche, no podrá salir de la biblioteca, ya que las sacerdotisas le traerán todo lo que necesite como sus alimentos o cosas así, usted tendrá derecho de salir por dos razones, la primera es que sean las 7 pm y la segunda es porque usted realizará practicas mágicas en el exterior.

- ¿Me darán descansos?

- Los tendrá siempre y cuando termine sus lecciones, también le advierto que cuando cruce esa puerta la biblioteca quedará sellada por un círculo mágico de protección, no podrá salir de esta biblioteca.... – El arzobispo mira la cara de Alice. – Su padre también paso por esta educación, bueno la veré a las 6 de la tarde.

El arzobispo camino a paso lento y salió de la habitación cuando la puerta se cerró completamente solo quedo Alice y un completo silencio.

- Sabes esto es un completo abuso, todavía que aprenderé por mi cuenta me das un horario horrible y me reconfortas diciendo "tu padre paso por la misma educación". – decía mientras arremedaba al arzobispo.

Sus pequeños zapatitos tocaron el piso de mármol y se dirigieron hacia la puerta.

"No puedes poner un sello mágico para encerrar a una niña y menos a la hija de Alexander".

Las manos pequeñas de Alice tocaron el picaporte cuando descendió una fuerte descarga eléctrica que la arrojo unos cuantos metros de la puerta.

- Ehh ¡mis m-manitas de bebé! – Alice miro sus manos enrojecidas y adoloridas para después gritar con furia. - ¡¿Cómo te atreves a hacerle esto a una niña que es hija del Gran duque?!, ¡Te voy a acusar con mi papá!, ¡Carlos, sácame de aquí!

Al paso de una hora y medio nadie acudió al llamado de Alice esta misma se levantó del suelo y se sentó en la silla, mientras soplaba sus manos.

"Ya entendí, nadie va a venir a sacarme de este lugar, aunque papá ya lo hubiera hecho... Espera ¿Por qué actuó tan mimada?; bien si lo que quieren es que lea estos libros lo hare, voy a complacerte anciano"

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- Así que eres el caballero personal de la princesa, es asombroso ver alguien tan joven ocupando un importante puesto. – Decía un caballero.

- ¿Es cierto que el régimen de entrenamiento es muy pesado en el gran ducado?

- ¿Les pagan bien en el gran ducado?

El grupo de guardias se reunieron haciéndole un sinfín de preguntas a Carlos, cuando de repente se escucharon unos fuertes gritos de una niña que provenían de la biblioteca.

- ¡Te voy a acusar con mi papa!, ¡Carlos, sácame de aquí!

Carlos al momento de escuchar a su señorita gritar corrió hacia la dirección, mientras que los guardias intentaban agarrarlo, pero era imposible la fuerza de Carlos era abrumadora parecía una completa bestia, en el momento que Carlos desenvaino su espada listo para cortarle el cuello a un guardia y matar a cualquiera que se interponga en su camino, este recibió una descarga eléctrica terrible que lo hizo jadear y dejarlo en el suelo, pero lo asombroso de este es que intentaba ponerse de pie.

- No voy a permitir que manches este lugar santo con sangre de inocentes. – decía el arzobispo con una mirada seria. – te recomiendo que no intentes levantarte porque no dudare en darte otra descarga.

- M-mi s-señorita. – Carlos extendió su brazo y cayo inconsciente.

- Cielo santo, me alegro de que Alexander no esté aquí, ¿alguno salió herido?

- ¡No, su santidad! – dijeron al unisonado los guardias.

- Qué bueno, lleven a este joven a una habitación para que descanse y atenlo con unas cadenas, es muy peligroso dejarlo encerrado en una habitación suelto y no se preocupen por la niña es normal que haya actuado así de todos modos es una niña de 6 años.

- pero su santidad y que hará cuando el gran duque se entere de este momento. - dijo un guardia con nerviosismo.

El pelinegro lo miro y sonrió dulcemente. - no hay nada que temer, Alexander solo es un niño mimado como su pequeña solo hará un berrinche.

La respuesta dejo boquiabiertos a los guardias se sorprendían ver a un hombre que no le temiera a los descendientes puros de Obelia, por un acto de reflejo observaban como el arzobispo desaparecía por el pasillo con una calma abrumadora. 

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Fin del capítulo.

¡Debo sobrevivir del Tirano!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora