Capitulo 23

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Había pasado 5 horas desde nuestra conversación, Alice se negó a cenar y yo me quede con ella, aunque después de lo sucedido mi apetito no estaba ya presente; observe el reloj y marcaban las 10:30 de la noche, debía irme sin embargo no lo hice ya que el cuerpo de Alice me abrazaba estando completamente dormida dando pequeños suspiros por lo agotador que fue hoy.

En mi mente estaba completamente activa por las preguntas que me hacía "¿Yo maté a Alexander y su esposa?" sin embargo no obtuve respuesta alguna y empecé a conciliar el sueño.

Claude abrió los ojos en el jardín imperial, pero algo era completamente diferente, ya que había objetos que ya no aparecían en su actual castillo, hasta que vio un infante; su sorpresa era tal que el niño sentado en el suelo lagrimando, era el mismo.

- ¡Cómo te atreves a tocarlo, maldito bastardo; suficiente tienes con ser un príncipe! – La mujer furiosa bofetea la mejilla del niño. – ¡Tu bastardo tiene prohibido acercarse a mi Alexander, escuchaste maldita ramera!

- S-si emperatriz, pero si desea golpearlo por favor golpéeme y no a mi hijo.

En el momento que Rosaline estaba a punto de golpear a la madre de Claude y esta por su parte cerró los ojos para recibir el golpe en el cual solo se escuchó, pero jamás lo sintió; en el momento en que sus ojos se abrieron vio una figura masculina que conocía muy bien.

- ¡Gloria y bendiciones a la Luna de este imperio! Hermana no, emperatriz ¿Sus manos no se dañaron al golpearme?

- ¡A-Alexander! Mi vida, no debiste interponerte... tu mejilla esta roja... todo por culpa de esa y ese bastardo.

- Hermana, no debiste actuar tan inmoral no soporto verte así, pero sobre todo ni se te ocurra tocar al segundo príncipe ya que ante el registro familiar imperial Claude es hijo del emperador como tuyo.

El recuerdo o sueño que estaba presenciando hizo un cambio de escena que lo dejo mareado, pero estaba en el palacio Rubí observando a su pequeño yo, correr por todos lados hasta saltar a los brazos de Alexander.

- ¡Caballero! ¡Usted nos protegerá a madre y a mí! ¡La emperatriz parece obedecerlo debe ser muy fuerte! ¿quiere casarse con mi mami e irnos a vivir muy lejos del palacio?

- ¿Acaso ser un príncipe no es suficiente para usted su alteza?

- No, en este palacio siempre nos tratan mal, excepto por usted desde que llego la gente de aquí nos trata muy bien.

La sonrisa cálida de Alexander se hizo presente y acaricio la cabeza del menor. – No puedo casarme con tu madre porque yo ya estoy casado y mi esposa va a tener una bebé muy hermosa, ellas me necesitan, así como tu madre te necesita, ¿lo entiendes?

Un puchero salió del rostro de Claude niño, pero Alexander lo sostuvo entre sus brazos.

- No se ponga celoso su majestad, cuando usted conozca a mi adorada luz quedará encantado, sin embargo, el segundo príncipe será siempre mi hijo...

Los ojos de Alexander se abrieron con sorpresa al ver a Claude parado a lado de la puerta, Alexander se fue acercando hasta quedar de frente.

- Siempre fuiste tú, el caballero de cabello castaño que me visitaba cada año antes que naciera Alice.

- Aly... mi adorada luz.

- Tu me colocaste el Fatum junto a tu hija, yo...

Alexander tomo del cuello a Claude sorprendiéndolo. – Me jure a mi mismo nunca dañarte, el Fatum... ¡¿Intentaste asesinar a mi hija?! ¡Romperé esa promesa si tocas a mi hija!

¡Debo sobrevivir del Tirano!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora