K.
Corrí y me lancé a sus brazos y casi nos caemos como adolescentes enloquecidas.
– Calma pequeña, calma – me dijo – yo también te extrañé.
– ¿Cómo está él? – pregunté cuando finalmente la solté, y su rostro borró todo rastro de sonrisa.
– Ha tenido días mejores.
– Lo siento.
– No te preocupes pequeña, tengamos fé en que estos meses la lista avance.
– ¿Aún no hay donante?
– La lista es muy larga y los donantes son muy escasos – suspiró con tristeza.
– Saldrá de esta, estoy segura.
– Yo también pequeña, yo también.
Caminamos hasta la isla de la cocina y ahí dejó varios bolsos que trajo y cuando notó mi mirada inquisidora me dijo:
– Sí, te traje regalos pequeña – me dio tres de las bolsas que había depositado y yo, con mi habitual curiosidad, revisé el contenido de cada una.
Pasamos gran parte de la tarde hablando de su viaje y mi familia en Boston, el tío Vincent era un tema sensible así que optamos por hablar de su esposa e hija, Daniela y Karla, la pequeña de la familia, que según las fotos de mi madre cada día estaba más grande.
A las horas de plática, mamá se cambió de ropa y se fue a dormir, esa noche cenaríamos pizza o algún pedido – porque no te lo he mencionado, pero no sé cocinar y ella estaba muy agotada para ello – así que me quedé sola viendo algunas series en Netflix, hasta que mi teléfono vibró y cuando vi la notificación era un mensaje de Valerio.
– NOS VEMOS EN EL PARQUE EN MEDIA HORA.
Iba a responderle, pero para qué, ya sabía que ahí estaría, no tenía nada mejor que hacer, así que ni siquiera esperé la media hora, a los 15 minutos ya estuve lista y salí rumbo al lugar de paz y quietud. Como era de esperarse, ahí estaba, desolado, y ya comenzaba a caer el atardecer, así que me acerqué al árbol donde solíamos pasar el tiempo y ahí lo esperé.
Pasarlon algunos minutos y aún no venía, pero yo ni siquiera lo noté, me mantuve en mi posición mirando a lo lejos que recién había llegado una familia, y los cuatro – mamá, papá y sus dos pequeños – jugaban con un perro ¿pintoresco verdad?
– Parece que necesitas uno… – dijo alguien desde mi espalda y rápidamente giré a verlo.
Era alto, de cabellos oscuros y mirada celeste, vestía una cazadora negra y unos vaqueros rasgados negros, emanaba un aroma refrescante y masculino.
– ¿Un qué? – le solté sin más.
No respondió, solo extendió aún más su mano – que no había notado – y con ese gesto me brindaba un cigarrillo.
– Ah, gracias pero no fumo – le respondí y él asintió levemente.
– ¿Y qué haces aquí? – preguntó como si me conociera.
– ¿Perdona?
– Perdonada – torcí los ojos.
– Es un parque, la gente suele venir a distraerse…
– Uno muy aburrido, diría que más que distraerse vienen a reafirmar su decisión de suicidio – lo miré extrañada y él solo encendió otro cigarrillo.
– ¿Porqué querría alguien suicidarse al venir aquí?
– No lo sé, por lo tétrico y oscuro del ambiente, unido claro a las vivencias propias de cada quién – diciendo eso se sentó a mi lado, con un pie extendido sobre el pasto y el otro flexionado donde reposaba el brazo del que fumaba.
– No sabía que teníamos nuevo psicólogo.
– Podría vivir de ello.
– Bien por ti – le dije y nos mantuvimos en silencio por unos minutos hasta que algo en mí se encendió – ¿no estarás pensando?
– Puede ser… – respondió, serio.
Por un momento no supe qué responder, lo lógico sería decirle que no lo hiciera, pero vamos, ni siquiera sabía quién era, así que opté por la vieja confiable.
– Puedo ayudarte… – añadí, igual de seria.
– ¿En? – respondió sin mirarme, centrado en su cigarro.
– Tu suicidio – psicología inversa bebés.
– Oh, ¿y cómo le harías? tengo entedido que para que sea un suicidio debe ser cometido por uno mismo.
– Tú solo dime de qué forma quieres morir y yo me encargo de lo demás.
– ¿O sea que si digo envenenado…? – sugirió.
– Conseguiré tu veneno – lo miré fijamente y para mi sopresa él también lo hacía, y ambos sonreímos ante esto último.
– Agencia de Suicidios ¿en qué podemos servirle? – bromeó – algo así deberías decir al teléfono cuando los clientes te llamen.
– ¿Lo has…? – dije siendo interrumpida por un hombre de traje negro.
– Señor – él suspiró cansado, y una alarma en mí se encendió.
– ¿Sí? – ¿déjà vu?
– Tiene una llamada…
– ¿Quién es ahora? – inquirió con rudeza.
– Su padre… – ¡no me jodas!
– No estoy de humor para eso ahora mismo… – esa voz, esa voz, Kiera la has escuchado ¿no?
– Pero es urgente, el señor Reisen… – confirmado, corre mujer, corre.
– De… debo irme… – balbucée poniéndome de pie y él me miró extrañado, pero al instante se puso de pie y me asintió levemente mostrando una sonrisa muy similar a una que ya había visto.
– Nos volveremos a ver, Suicidios Harper’s S.A. – se me heló el alma.
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Hola mis almas heladas
Buenas tardes si es de tardeAquí tenemos un nuevo capi de la aventurilla de Kiera
Cuéntenme qué piensan al respecto.Recuerda
Si te gustó no olvides dejar tu VOTO SuicidaNos volveremos a ver,
Suicidios Harper's S.A.TRES Besillos para quien lea hasta aquí
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TRES ©
Teen FictionCARDINALES #1 El mundo de Kiera y Valerio da un cambio radical cuando descubren que un "príncipe" danés se mudará a su pueblo. ¿será verdad? Llenos de intriga deciden comprobarlo para, sin saberlo, descubrir un peligroso secreto del que no habrá vue...