36 - La Reina del Walpurgis

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K.

Su mano puntando en mi dirección hizo que caminara hasta su posición, aunque aún seguía procesándolo todo, al llegar a su lado él sonreía con malicia, mientras que su padre me miraba con horror, y yo, yo solo estaba asustada, no tenía idea de qué demonios se suponía que debía hacer, pero algo tenía claro por sobre todas las cosas, lo único que no podía suceder era salirse del guión, fuera verdad o fuera mentira, ya lo había dicho, y solo quedaba afrontarlo como una realidad vigente, así que alcé mi mirada, temerosa pero decidida, y me situé a su nivel mientras miraba a todos.

Mi vista recayó en Valerio que era la viva imagen del asombro, a su lado Fjor también parecía sorprendido, aunque en menor medida, viajé hasta Ellinor, que sonreía descaradamente ante la situación y luego – no sé si quiero ver – él me miraba tenso, muy tenso, se notaba en los músculos de su mandíbula y en su ceño fruncido; intenté disculparme con la mirada, pero no lo entendió o simplemente lo ignoró; y aunque me sentía mal, tenía un papel que cumplir.

Como he dicho, hace algunas semanas oficialicé este matrimonio con la corona…

Pero… – protesó su padre, pero él lo interrumpió.

Y como me encuentro tan perdidamente enamorado de ella, he decidido que tras mi muerte, si no tengo heredero, todos los activos del ducado recaerán en mi esposa, por lo que he removido la herencia de mis hermanos, lo siento mucho… así es el amor.

Su sonrisa era tan malévola como la del primer día.

Claro que – siguió como si lo dicho no hubiera bastado – por el bien de la sociedad danesa y de todos los desamparados del mundo – relataba con una ironía que me hizo reír mientras negaba con la cabeza – si el matrimonio muere sin herederos filiales, he dispuesto que toda la fortuna del duque sea donada a múltiples ONG gestionadas por la corona, la Reina se mostró muy decidida ante esta obra caritativa…

Su padre lo miró con rabia, su gesto de tensión era similar al de Anders unos minutos atrás.

Como pueden ver, ha sido un anuncio muy importante, uno que me alegra poder compartir con todos ustedes finalmente, mi preciada familia…

Disfrutaba verlo reír en este momento, este hijo del demonio sabía como salirse con la suya cuando quería.

A su lado, Frederick nos miraba conteniendo su ira, pero luego de un suspiro dio la espalda al público y se colocó entre nosotros dos.

¿Esto es lo mejor que puedes hacer, pequeño Hans? – su mirada era perversa, pero esta vez “mi esposo” rió antes de decirle:

Perdiste Fred, admítelo y déjanos en paz.

Hans, Hans, Hans – repitió con una calma exasperante – tantos años bajo mi tutela y aún no me conoces, me decepcionas – negó sonriente – ¿qué te hace pensar que con un simple gesto de mi mano no podría deshacerme de la reina que te apoyó?

Eso es traición Fred, te podrían condenar… – sus miradas eran iguales, en este momento no había dudas que eran padre e hijo.

Aún tengo otros ases bajo la manga, hijo – pronunció con cautela la última palabra antes de posar su mirada en mí.

Por si no te ha quedado claro, no puedes hacerle daño, así que te quedaste sin reina de la noche…

¿Y quién dijo que la reina era ella? – espetó risueño antes de darse la vuelta y volver a mirar el público.

TRES ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora