K.
– ¿En serio tenemos que ir? – supliqué por enésima vez.
– ¿Está segura Señora Harper? – Lerio me secundó.
– Sí y sí, ahora vístanse y arréglense que vamos a llegar tarde – habló tajantemente.
Aquí estábamos, en casa, a pocas horas de ir a la fiesta de cumpleaños de nuestra – odiosa – vecina, a la que nos oponíamos a presentarnos, Val inicialmente se negaba a hacerlo por el resentimiento con ella, pero cuando le conté que Reisen también estaba invitado se negó con ahínco, claro nada de eso importó ante el deseo de mi madre de vernos con un título universitario, ardía Troya, dos veces de nuevo, antes que nosotros dejáramos de ir a esa fiesta.
Debo admitir que Valerio se veía hermoso con el traje que mamá le había comprado, resaltaba sus atributos, su cabello dorado y su tersa piel lucían impecables en ese negro atuendo.
Por mi parte, me hizo ponerme uno de los regalos que trajo desde Boston, un vestido muy elegante de tonos plateados que dejaba al descubierto más piel de la que una madre debería regalar a su hija.
Juraría que alguien gritó – ¡Vengadores, unidos! – cuando salimos rumbo a la fiesta/batalla, tan cercana que los pasos fueron pocos, cuando estuvimos frente a la puerta, ambas tomadas de los brazos de Valerio en una escena digna de una foto, digo pues él es la figura masculina más presente en mi vida, y la más importante sin duda, y ella es “ella”, me sentía completa, y hubiera sonreído si quien abrió la puerta hubiese sido otra, esa pelirroja del demonio que dejó muy evidente su cambio de ánimo al vernos.
– Agh, ustedes – masculló con pesar.
– Felicidades Margarita, cada año te vuelves más hermosa – mi madre o bien era la mejor actriz del mundo, o realmente no se daba cuenta de nada, se mantuvo ecuánime todo el tiempo, cuando yo solo quería rebentarle un ladrillo en la cabeza a la cumpleañera – te trajimos un regalo.
– Oh claro, déjenlo en esa mesa – señaló abriendo finalmente la puerta.
Dentro, cómo decirlo, todo era magnífico, ni siquiera semejaba el infierno donde una hija de Satán como ella debía reinar, adornos florales por doquier, muchas personas demasiado bien vestidas como para ser una fiesta de una veinteañera, camareros con copas y aperitivos; y opulencia, mucha opulencia.
– Bien chicos, ahora iré a hablar con algunos conocidos y a tantear el terreno, ustedes diviértanse y compórtense, los estaré vigilando – anunció mi madre y se llevó dos dedos a los ojos y luego nos apuntó con ellos, para luego alejarse entre la multitud.
Una vez solos salimos al patio, donde la fiesta era más “joven” cerca del área de la piscina muchos de los chicos del instituto hablaban y bebían, obviamente no era nuestro ambiente el estar cerca de ellos, así que tomé un par de copas de un camarero y nos sentamos en una mesa un poco alejada de todos.
– ¿Y bien? – dije.
– ¿Qué? – respondió soltando la copa de su boca.
– Recuerdas dónde estamos ¿no?
– Ajá – dio otro sorbo mientras me miraba de reojo.
– ¿Y recuerdas quién es el invitado de honor?
– Hasta donde sé, no tengo Alzheimer.
– Entonces ¿lo has visto?
– No – dijo con calma.
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TRES ©
Teen FictionCARDINALES #1 El mundo de Kiera y Valerio da un cambio radical cuando descubren que un "príncipe" danés se mudará a su pueblo. ¿será verdad? Llenos de intriga deciden comprobarlo para, sin saberlo, descubrir un peligroso secreto del que no habrá vue...