30 - El Viaje de una Lágrima

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K.

¿Dónde vamos?

A tomar el avión.

Sí, pero ¿para dónde?

Ya lo sabrás cuando estés ahí, pesada – estampó su mano en mi cara mientras me reacomodaba en el asiento.

Hacían ya algunas horas que habíamos salido en una de las limosinas de estos ridículamente ricos hermanos – una de las, sí, leíste bien, yo alcancé a ver tres – yo iba entre Anders y Valerio, este cabeceaba sobre mi hombro por momentos, Fjor iba al otro lado entretenido mirando el paisaje, y el otro iba al frente, con un traje rojo oscuro bastante elegante unido a unas gafas de sol que ocultaban su mirada.

Llegamos finalmente al aeropuerto donde mi Sherlock interno se activó, si no me iban a decir dónde íbamos al menos lo vería en la pantalla de los viajes.

Pero no llegamos a entrar, el auto siguió de largo y se detuvo directamente en la pista, ahí alguien abrió la puerta y salí detrás de Anders, con Valerio medio dormido tirando de mí.

Sherlock falleció en cuanto vi lo que teníamos delante.

Claro que tienen un avión privado ¿cómo no lo pensaste antes? – murmuré por lo bajo.

¿Avión privado? – despertó finalmente Valerio, que abrió los ojos más grandes que yo, al verlo – ¡Kiera vamos a subir a un avión! – Fjor nos miró divertido y Anders lo imitó acercándose a mí.

¿Se puede saber cuándo me dirás hacia dónde nos dirigimos? – inquirí ceñuda.

Calma vaquera ¿nunca has viajado sin saber hacia dónde? – enarqué una ceja mirándolo con desdén, ocultando mi indignación – ¿a otro continente? – me crucé de brazos y me miró confuso – ¿a otro país? – sugirió mirándome como si me hubiera salido otra cabeza.

¿Tengo cara de haber viajado a otro país? – pronuncié señalándome.

¿Has viajado alguna vez, Kiera? – añadió con un hilillo de voz.

¿A Boston cuenta?

Ok, necesitas de esto más que Hans – tomó de mi brazo apresurándome a entrar en el avión – ¡Vamos!

¿Sabes lo que es asustarse? pero asustarse de verdad, esos sustos en los que piensas que vas a morir – como si no me hubiera pasado como unas 20 veces ya – pues eso sentí en cuanto este bicho con alas echó a andar, gracias al cielo que el pobre Anders no se quejó cuando apreté su mano como medida anti-stress, pero al poco rato se durmió, tan lindo, hasta una babita se le salía.

Miré a mi alrededor y la pareja del año dormía plácidamente sobre sus hombros, pero yo, la eterna vigilante, ahí estaba, despierta como si estuviera pilotando esta cosa, bueno, almenos no era la única, el mafioso del fondo leía un periódico, así que siendo la única compañía viva, caminé hasta sentarme frente a él.

¿Qué lees?

Noticias – soltó sin mirarme.

¿Qué dicen las noticias?

La alta tasa de mortalidad diaria por aviones estrelladossusto, calma, no te alteres ¡NO TE ALTERES!

¿Cómo?

Es broma – pronunció aún sin mirarme – ¿te dieron permiso de hablarme o me estás confundiendo de nuevo? – alzó un poco la vista.

TRES ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora