K.
Desperté en una habitación que conocía muy bien, aunque no tenía idea de cómo había ido a parar ahí, estaba sola, algo que tampoco entendí, hasta que él entró, con esa sonrisa que derrite el mundo; y ¿cargando un desayuno?
– Buen día, Morticia.
– Buen día, suicida.
– ¿Qué desea para desayunar su majestad? – se acercó haciendo una leve reverencia, que por poco derrama todo lo que traía en mano.
– Pues no lo sé ¿qué traes ahí? – solté interesada, tenía mucha hambre.
– Como no sé que sueles desayunar he traído lo único que te he visto comer en esta casa, cuando crees que nadie te ve, barril sin fondo – dijo eso de una forma que me hizo recordar la vez que comí salvajemente, terminé roja de la vergüenza – aunque creo que es poco sano comer solamente cosas dulces en la mañana, por lo que también te traje algunas frutas y tostadas.
– Gra… gracias.
– Buono appetito – era impresión mía ¿o estaba ríendo más de lo normal? – ¿qué? – requirió al ver que lo miraba fijamente.
– Nada, venga vete que no puedo devorar todo esto con un polizón al lado – solté disimulando mis nervios.
– Bien, aunque te recomiendo que no comas todo eso, te podría caer mal.
– Muchas gracias por la preocupación, doctor Reisen.
– Vale, vale, ya me voy, te esperaré fuera.
Una vez sola, como ya te harás una idea, comí un poco de todo, y en buena hora lo digo, que le agradezco a papi Dios que no engordo, sino ya rodaría.
Me vestí con unas ropas que casualmente alguien había dejado al lado de la cama, y todo parecía bastante extraño, la actitud de Anders, el que hubiera amanecido en su cama, un momento… ¿había dormido con él?
Fui hasta el exageradamente gigante espejo que tenía para arreglarme y cuando ví las marcas comencé a recordar…
Ruidos… oscuridad… una mano… la puerta… agua, mucha agua… la muerte… él.
Salí de la habitación, y Anders estaba ahí, sonriente, lo miré frunciendo la nariz.
– ¿Qué? – preguntó imitándome.
– ¿Tengo un payaso en la cara o qué?
– Ugh – hizo una mueca de asco – que mal carácter al despertar, estoy seguro que si hubiera dormido contigo en esa cama me hubieras tumbado – duda aclarada, jeje.
– ¿Qué pasó anoche? – vi que finalmente se esfumó su sonrisa.
– Alguien te atacó, pero ya estás a salvo y es lo que importa, no volveré a dejarte sola.
– ¿Por eso me obligaste a dormir en tu cama? – musité enarcando una ceja.
– Estabas lo suficientemente dormida como para protestar – se encogió de hombros.
– ¿Dónde está Valerio? – indagué, recordando que él también había sido atacado.
– Está abajo, con Fjor.
– Con quién sino… – esbozó una sonrisa de lado y me tomó de la mano para juntos bajar.
Aunque los buscamos jamás dimos con ellos por lo que Anders en un intento de entablar una conversación dijo:
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TRES ©
Teen FictionCARDINALES #1 El mundo de Kiera y Valerio da un cambio radical cuando descubren que un "príncipe" danés se mudará a su pueblo. ¿será verdad? Llenos de intriga deciden comprobarlo para, sin saberlo, descubrir un peligroso secreto del que no habrá vue...