K.
¿Apagado de nuevo? ¿dónde estarás Valerio?
Me repetía mentalmente una y otra vez andando de un lado a otro en mi cuarto, ya era tarde y por eso me lo pensaba dos veces antes de hacer lo que el cuerpo me pedía, ir a la casa de mi amigo y comprobar que estaba bien, pero por otro lado, salir ahora mismo era tan peligroso como mantenerse incomunicado.
El deseo de saber como está, le venció al temor, y en cuestión de minutos ya estaba vestida y saliendo sigilosamente de casa, la luna estaba en su punto y se podía divisar cada grieta de la acera, así que no hay peligro – pensé –, hacía mucho frío, por lo que me abracé a mi misma, y continué mi andar.
Me detuve cerca de la casa de Margarita, porque algo me llamó la atención ¿un auto deportivo rojo estacionado en frente? O sea sé que nuestra “amiga ” tiene comodidades, pero ese es un lujo que pocos se daban en este pueblo, así que alguien que conoces muy bien se apoderó de mí – mi conocida curiosidad jeje – y me oculté detrás de uno de los grandes árboles de la avenida, y desde ahí pude escucharla ríendo.
– Muchas gracias por el viaje.
– No tienes que agradecerlo, princesa – las risillas de la pelirroja hacían eco.
– Oh por cierto, mi madre pensó en enviar una invitación formal, pero bueno ya que estás aquí te lo comunico, mañana habrá una fiesta en mi casa, celebraremos mi cumpleaños…
– El cumpleaños de mi Margrethe – dijo y ¿besó su mano? – no digas más, aquí estaré para acompañarte.
– Bien, buenas noches entonces… – expresó ella y de repente se acercó subiendo y bajando sus manos con rapidez ¿por qué estaba tan nerviosa?
El chico se acercó y besó su mejilla, y juraría que vi lo sonrrojada que se puso – obviamente no lo vi – luego ella se giró y comenzó a andar hasta su casa, pero ocasionalmente lanzaba miradas furtivas a su acompañante ¿te gusta eh?
El chico esperó a que ella estuviera dentro y cuando fue así, el subió a su coche y echó a andar, pero la intrépida – chismosa – Kiera, tenía que saber de quién se trataba, ese sería el tema a debatir con Valerio más tarde, así que me salí desde mi escondite y caminé por la vereda como si nada, claramente que con los ojos bien abiertos.
Las luces del auto se acercaron a mí, y lo miré sin vergüenza – mal por mí – nuevamente bañada en luz quedé expuesta, y no fue hasta que el coche se detuvo a mi lado que finalmente me percaté, ese cabello nocturno, esos ojos zafiros, esa piel pálida y esa sonrisa – espera, esta es “esa” sonrisa, de eso no hay duda – me miró con descaro y yo hice todo lo posible por no parecer asustada o temerosa, me mantuve neutra.
– Nos volvemos a encontrar, smuk.
No dije nada – ¿fumadora? le dejé en claro que no lo hacía – él nuevamente soltó una risilla malévola, me guiñó un ojo y retomó su camino.
Sentí que expulsé dos kilogramos de aire – si es que eso se mide en kilogramos – misión abortada, Valerio debe estar bien si él andaba con Margarita, así que media vuelta y velozmente a tu refugio Kiera, ¡pero ya!
– ¡Kiera! – alguien me llamó y giré para verlo acercarse, mi mejor amigo venía corriendo.
– ¡Val! ¿estás bien? – pregunté.
– ¿Estás bien? – indagó al mismo tiempo.
– Viva – contesté.
– Aún respiro, sí – me respondió y espera…
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TRES ©
Teen FictionCARDINALES #1 El mundo de Kiera y Valerio da un cambio radical cuando descubren que un "príncipe" danés se mudará a su pueblo. ¿será verdad? Llenos de intriga deciden comprobarlo para, sin saberlo, descubrir un peligroso secreto del que no habrá vue...