29 - La Ayuda de Anders

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K.

El mensaje de Hans solicitando mi presencia en su despacho fue lo que hizo que me separara de Anders, que también decidió acompañarme, mientras íbamos hacia allá le pregunté:

¿También tocas el piano? – sentí que me lanzaría otra de sus preguntas pero no fue así.

Solo lo básico.

¿Cómo aprendiste todo eso? – su mirada se volvió nostálgica.

Mi madre.

Parece haber sido alguien muy interesante – no sabía si había hecho bien en preguntarle.

Siempre deseó que cada uno de sus hijos heredara alguna de las aptitudes que había aprendido, decía que la pintura era para mí, el violín para Fjor y el piano para Hans – comentó con un aire melancólico – claro que nunca pudo lograrlo, por eso estudié lo más que pude por aprender un poco de las tres.

No hice más preguntas, pude sentir como se había vuelto más serio, aunque no aparentaba estar molesto, simplemente triste.

Llegamos a la oficina de Hans, y Anders se retrasó revisando algo en su teléfono.

¿Qué quieres? – pronuncié cuando estuve dentro.

Smuk – dijo cuando alzó la mirada, con su sonrisa característica – pues quería saber cómo estabas hoy, teniendo en cuenta el incidente de anoche.

Oh, pues estoy bien, gracias – respondí con el ceño fruncido – ¿en serio me llamaste por eso? – mi pregunta pareció divertirle.

Kiera estabas muy… – su risa se esfumó cuando el sonido de la puerta se hizo presente, Anders se mantuvo de pie detrás de mi asiento, mientras que Hans le lanzó una mirada que no pude descifrar – de igual forma, te mandé a llamar porque necesito que firmes algo.

¿Algo? – repetí confusa.

¿Si recuerdas que eres mi empleada?ah, eso.

¿Pero qué debo firmar?

Tu renuncia.

Lo miré confundida, era raro que te echaran del trabajo, mucho más sin saber porqué, pero no quise preguntarlo, me limité a verlo buscar el papel.

Aquí – señaló con la pluma.

Un momento, yo no firmé ningún contrato ¿por qué debería firmar entonces una renuncia? – él cerró los ojos y respiró profundamente.

Tu madre sí lo hizo, así que venga, no tengo toda la tarde – sonaba irritado, así que firmé rápido para luego salir con Anders de guardaespaldas, se tomó muy a pecho eso de no separarse.

El resto del día fue tranquilo, cuando no estuve al lado de Anders, estuve con Valerio haciendo de las nuestras, así que la noche cayó despacio, y con ella el dragón de mi estómago se despertó.

Tengo hambre – le murmuré a Valerio, que estaba a mi lado mientras veíamos algo en el televisor, y en otro sofá estaban Anders y Fjor.

¿Y qué tengo yo que ver con eso? – contestó sin mirarme.

Dile a Fjor, que tienes hambre, él nos dará comida.

Yo no tengo hambre Kiera.

Hazlo por mí, tu amiga tercermundista.

¿Y por qué no se lo dices a tu novio?

TRES ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora