K.
Y vivieron felices por siempre…
¿No te jode?
Claro está que no podía ser tan fácil ¿qué gracia tendría eso? y aunque lo sabía, sabía que las cosas con él no serían tan sencillas, una parte de mí lo deseaba, una que sin dudas se quebró al día siguiente y al siguiente y a todos los que vinieron luego; Anders volvió a ser el indiferente de siempre.
Pero ¿qué pensabas? ¿que un beso en un momento de tristeza iba a cambiar algo? – sí – ilusa.
Aún permanecíamos “asistiendo” a los hermanos Reisen, pero siendo sinceros solo Valerio lo hacía, yo me limitaba a estar junto a él día tras día, viviendo una vida de ricos, cabe aclarar, pero todo me resultaba un tanto desconcertante; Valerio permanecía mucho tiempo con Fjor, y yo – la tercera en discordia – casualmente los acompañaba, hasta que la situación se volvía incómoda, y entonces comenzaba a vagar por el lugar, incluso algún que otro día lo pasé junto a Hans – raro, lo sé, pero me aburría de la distancia que me ponía Anders y sin Valerio disponible, ya imaginas lo que resta – que a pesar de sus constantes indirectas y risas resultaba hasta cierto punto relajante, y es que dejando todo esto de lado, verlo, pasar el tiempo con él, te hacía descubrir a un Hans que jamás pensarías que era – irónico porque tampoco pensarías que era capaz de matar sin remordimientos – el chico era todo un ejecutivo, se pasaba horas y horas revisando y leyendo papeles, firmando contratos y en videollamadas con otras personas – no sabía quiénes, ni entendía nada de su idioma – de hecho era capaz de jurar que sin él, los demás no tendrían una vida tan organizada, era claramente el hermano mayor.
– Suele ser divertido pelear contigo, smuk, pero últimamente no me pones ninguna resistencia – dijo captando mi atención, que permanecía distraída pensando en todo.
– ¿Eh? – solté como boba.
– ¿Pasó algo con Anders? – preguntó serio.
– ¿Por qué tendría que pasar algo con él? – solté molesta.
– Suposiciones mías, de igual forma me alegra escucharlo – se puso de pie y me entregó una caja bastante grande y al hacerlo se recostó de su escritorio mientras me miraba con cautela.
– ¿Qué es esto?
– Un regalo… – sonrió con malicia, haciendo que recordara el último regalo que me hizo, lo que me molestó bastante.
– Si es otra de tus estupideces haré que la vistas tu mismo – dije molesta, pero al imaginarlo con la tanga puesta la risa me ganó – aunque pensándolo bien…
– Ni se te ocurra – soltó alzando su mano – venga ábrelo.
Lo hice, y ¡sorpresa! dentro había esta vez otro deslumbrante vestido, rojo obviamente, lo miré y luego a él, asombrada y confundida.
– ¿Qué es… qué es esto? – balbuceé.
– Un Versace – pronunció frunciendo el ceño.
– No – reformulé – o sea ¿por qué me das esto?
– Para que lo uses, claro está – bufó.
– ¿Y qué ganarías tú con eso? ¿tiene alguna especie de bomba que me hará volar por los aires como árabe suicida? – inquirí entornando los ojos, mientras él respondió con una carcajada.
– ¿Por qué piensas tan mal de mí, smuk?
– Oh, perdona, no es como que te hayas esforzado en hacer que cambie de parecer, después de lo que vi… – ups.
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TRES ©
Novela JuvenilCARDINALES #1 El mundo de Kiera y Valerio da un cambio radical cuando descubren que un "príncipe" danés se mudará a su pueblo. ¿será verdad? Llenos de intriga deciden comprobarlo para, sin saberlo, descubrir un peligroso secreto del que no habrá vue...