K.
– ¡¡Dios mío Valerio!! – gritó mi madre al verlo.
– ¿Estás seguro que eres gay? – musité a la par.
Lerio había salido de mi habitación ataviado con todas – casi todas – las prendas que nos regalaron, y las reacciones hablan por sí solas, lucía divino, siempre creí que el negro era el color que mejor iba con él, pero verlo envuelto en plata y blanco, sin duda está a otro nivel, semejaba un ángel.
– Gracias, gracias – contestó haciendo una reverencia – ahora Morticia, vamos que quiero verte.
– ¿Morticia? – inquirió mi madre.
– Idioteces de él – contesté poniéndome de pie.
Al entrar al cuarto vi los regalos tendidos en la cama – la mayoría – y suspiré antes de comenzar a vestirme.
Creo que sus gestos fueron exagerados al verme, o sea, sí me sentía un poco más alta, y muy pero muy descubierta, con este vestido; pero ellos estaban boquiabiertos anonadados, así que les murmuré moviendo la cabeza:
– ¿Y bien?
– Hija, sabes que en ocasiones olvido que ya eres una mujer, porque para los padres es así, ustedes siempre serán unos niños, pero ahora, viéndote así… – no pudo continuar, lo cual me dejó aún más incómoda ¿estaría molesta por el descaro de este vestido?
– Diva, regia, poderosa – opinó Val antes de comenzar a aplaudir como foca hambrienta.
¿Que por qué nos estábamos arreglando? – a veces olvido los saltos temporales de este libro – pues para la fiesta del duque, sí, es esta noche, y ya estábamos a apenas unas horas de que nos vinieran a recoger, ya que hoy en la mañana se presentó un señor aquí para anunciar algunas características de la recepción, entre ellas y la única que escuché era que nos vendrían a recoger al caer la noche, o sea, dentro de muy poco.
– Ahora el maquillaje – murmuró mi madre y rápidamente trajo su kit.
El tiempo literalmente voló mientras nosotros nos arreglábamos, y cuando alguien tocó el timbre supimos que ya era la hora.
Mi madre nos despidió desde la puerta con una gran sonrisa, y nosotros salimos tomados de la mano, y vaya sorpresa ¿alguna vez han visto una limosina?
Sí esos autos largos y caros, pues yo tampoco, y ya imaginarás nuestra reacción de risa contenida a más no poder, pero bueno, dejando las sorpresas de lado, avancé tomada del brazo con Lerio y parecía que íbamos a casarnos y yo a entregarlo a él claro está, yo de negro, él de blanco, ustedes me entienden.
– Ya me siento en Hollywood… – me susurró por lo bajo antes de detenernos frente al auto donde un chofer nos esperaba con la puerta abierta.
Dentro, pues sí, como todas las películas, si no has visto una googléala, claro está que en Google no va a venir ella, la otra invitada especial – que habíamos olvidado por completo – y para nuestra sorpresa, nos miró con los ojos tan grandes que parecía un búho – ¿ya te dje que estábamos deslumbrantes? – aunque ella no se quedaba atrás, no sé si recibiría un regalo al igual que nosotros, o si ese despampanante vestido rojo era suyo, pero le quedaba estupendo, muy a juego con su cabellera de fuego.
– Buenas noches – pronuncié al sentarme.
– Godnat – susurró Valerio imitando al duque y lo miré risueña.
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TRES ©
Teen FictionCARDINALES #1 El mundo de Kiera y Valerio da un cambio radical cuando descubren que un "príncipe" danés se mudará a su pueblo. ¿será verdad? Llenos de intriga deciden comprobarlo para, sin saberlo, descubrir un peligroso secreto del que no habrá vue...