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CAPÍTULO DOCE.

Un OOPS de disculpa.

Pasa un día antes de que Caetano pueda salir de la cama y otros dos para que se encuentre completamente descansado.

Al verme, aquella primera vez, hace tres días, no se enoja como yo creí que haría, en lugar de eso me abre los brazos, me besa y me hace el amor.

Hoy es un nuevo comienzo, Meneredith llega una hora más tarde de lo que lo estuvo haciendo estos últimos tres días y entra en la habitación, Caetano lo ve con odio, a Meneredith no parece molestarle eso y nos indica que el día de hoy sí o sí debemos acudir a la empresa.

Él sigue con sus reglas de "Nada de mujeres en Rey Corporation", así que ahora nos está llevando a comprar las cosas que necesito para el disfraz de Mijaíl.

Caetano viene con nosotros, Meneredith camina detrás nuestro mientras tomamos lo que necesitamos y cuando estamos en la fila para pagar noto en la estantería de libros una portada rosa que me llama mucho la atención. Los libros rosas son mi debilidad, Caetano lo sabe así que lo toma y lo mete al carrito.

Meneredith frunce el ceño, pero no dice nada y paga todo mientras mi amor y yo salimos de la tienda, cotillón, bazar y librería todo en uno.

Nos subimos al coche y él me rodea con sus brazos, aún no me habla de lo sucedido, no insisto tampoco en que lo haga, sé qué cuando esté listo él me va hablar, aunque no me esperaba que ese instante de revelación sea este momento.

—Fueron los Eyes— dijo tomándome por sorpresa y subiéndome a sus piernas. —No se detendrán—cuenta y se lleva mis manos a la boca. —Pero yo tampoco y nunca permitiré que nada malo te pase— me promete y recarga su frente en la mía, me da un pico, dulce, suave.
—Cuando me fui, le pedí al chofer que me lleve al aeropuerto, me senté por un buen rato en las butacas a pensar,luego cuando las ideas se aclararon volví a casa, pero ellos estaban allí, esperando. Tomé tu auto y los desvié, les dije que ya no estábamos juntos. Así que ahora te están buscando al otro lado de Diagonal Mar, pero no tardarán mucho en darse cuenta de que los engañé...

La puerta del conductor se abre y Meneredith se adentra, nuestra conversación finaliza con su llegada, me acomodo junto a Caetano en el asiento trasero, le pongo el cinturón, le beso la mejilla y espero en silencio mientras vamos a la mansión.

Al llegar aún son las nueve, me ducho, me disfrazo y para las diez Mijaíl vuelve a tomar su puesto en Rey Corporation.

No veo a mi esposo ni a Meneredith por el resto de la mañana, al mediodía intento salir almorzar, pero los guardias de seguridad de la entrada no me lo permiten y veinte minutos más tarde uno de ellos llega y deposita un almuerzo sobre mi escritorio, se da la vuelta y se marcha sin decir nada.

Abro la bolsa marrón y saco dos sándwiches, una Coca-Cola y una servilleta escrita a mano con pluma azul.

"18:30, sala de reuniones".

Miro el reloj en mi computadora y refunfuño, aún faltan cinco horas.

Almuerzo, arrojo los desechos al cesto y me dedico a hacer mi trabajo por las siguientes horas, el tiempo se me pasa rápido y cuando veo el reloj son las siete y él ascensor se abre.

Meneredith atraviesa el sector de informática pisando fuerte y haciendo ruido con sus zapatos de mil dólares.

Se para junto a mí y sin decir palabra me jala hacia el ascensor, las puertas se cierran y este lo detiene, me acorrala contra uno de los espejos y me ve directo a los ojos.

Un suave y duro Ménage À TroisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora