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CAPÍTULO CUATRO.

El CLAC del gatillo:

Es miércoles, ayer martes falté al trabajo, fui al spa para relajarme y alejar las malas vibras y por la noche cuando mi amor regresó a casa lo hizo con una gran sonrisa.

Él me contó que Meneredith tiene un ojo morado, que estuvo enojado todo el día y que enviaba a casa a cualquiera que se atreviera a preguntarle qué fue lo que le sucedió.

Cae quiso que me tome otro día de descanso, pero no me voy a perder ver al tipo presumidamente perfecto ahora sin ser tan perfecto.

Bajo del coche en el estacionamiento de RC, el Ferrari cromado en oro de Meneredith Rey siempre está una planta más arriba, en el estacionamiento privado de los jefes, así que no tengo modo de saber si ya se encuentra en la empresa, aunque me gustaría, de esa forma podría prevenir cruzármelo y verle el ojo morado desde lo lejos.

Subo por el ascensor, pico el piso seis donde paso la mayor parte de los días en el sector de informática y el ascensor se detiene en el estacionamiento de los jefes.

La puerta se abre, uno de los socios entra y yo me alejo y apoyo en una esquina mientras observo mi disfraz en el espejo.

Las puertas comienzan a cerrarse y entonces lo veo, sus ojos azules me perforan, son como una pistola disparando balas hacia mí y su ojo morado es el ojito más hecho mierda que jamás he visto.

De nada, jefe.

Las puertas se cierran y llego a mi piso, todos están hablando, los pasantes el día de hoy se encuentran trabajando en este sector y cada instructor le explica sus tareas y el paso a paso de cómo llevarlas a cabo.

Me ubico en mi cubículo y enciendo la computadora, los murmullos se detienen, todos vuelven rápido a su trabajo y es como si contuvieran la respiración ¿Qué pasa?

Alzo la cabeza y lo veo, Meneredith se está acercando, cada empleado lo ve y disimulan fingiendo que no, vuelvo a mi trabajo diciéndome que no viene por mí, pero deja de caminar justo a mi lado.

Alzo tímidamente la cabeza y él no me está mirando, me está fulminando de manera silenciosa.

Me apresuro a tomar un papel y escribo en el. Se lo muestro y me lo quita y rompe al leer las palabras "¿Necesita algo?".

-¡A mi oficina!¡Ahora! - grita y comienza a caminar, me quedo quieto en mi lugar, estoy asustado y temo que ahora él me golpee. -¡Dije, ahora! - grita desde la puerta del ascensor y me levanto, todos están conteniendo la respiración, algunos me ven y formulan con los labios para saber que hice y sólo me molesto en encoger los hombros.

Entro al ascensor, las puertas se cierran y Meneredith me acorrala contra uno de los vidrios.

-¿Cómo te atreves a venir aquí? - gruñe y le mantengo la mirada firme.

Espero que sea como dice Cae "Si le mantienes la mirada fija a otro hombre, tal vez se acobarde, si no lo hace, le pegas primero".

-¿Qué tanto me ves? ¿Te parece lindo como me dejaste el ojo? -

Sé que la pregunta es retórica, pero una sonrisa se me escapa y él me jala del mentón haciendo que la sonrisa se me vaya y el miedo a que quite mi barba y me descubra, aparece.

-¿Trabajas para la competencia? - pregunta, pero su mano me tiene tan sujeto que no puedo sacudir la cabeza para que entienda lo quiero decir sin palabras. -¿Sí o no? - insiste y las puertas se abren.

Un empleado de limpieza se nos queda viendo y decide no tomar el ascensor, este vuelve a cerrar sus puertas y para que ya no se mueva, ni nadie entre, Meneredith lo detiene.

Un suave y duro Ménage À TroisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora