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CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO:

No sé me ocurrió un nombre para esta cap, sorry😅

Despierto y me encuentro en la misma posición que anoche, ambos abrazándome, ambos con sus cabezas en alguna parte de mi cuerpo, ambos protegiéndome.

Me deslizo y escapo de la cama lo más rápido que puedo, bajo las escaleras notando por primera vez cuando el viento de una ventana abierta me sopla la nuca, que estoy en ropa interior y por un momento considero regresar, pero mi boca está seca y necesito agua urgente. Así que continúo los tres tramos restantes de escaleras hasta llegar a la planta baja y voy a la cocina tambaleándome un poco porque las luces están encendidas y son demasiado fuertes para mis ojos recién despiertos.

Abro la heladera y saco agua.

—Hola— dice una voz masculina a mis espaldas y la botella que tenía en mis manos se me resbala y cae. Me giro y utilizo la puerta de la heladera para cubrir mi escases de ropa.

El hombre que trabajó conmigo en la sala seguridad está parado frente a mí con un sándwich en la mano.

—H-hola— tartamudeo y él se ruboriza y me señala.

—Lindo conjunto— bromea, pero no me hace gracia.

—¿Por qué estás aquí?— le pregunto asustada y él señala su sandwich.

—Tenía hambre, los guardaespaldas también comemos— bromea de nuevo y esta vez yo me avergüenzo.

—Cierto— murmuro y espero a que se vaya para poder recoger mi botella e irme, pero él no se mueve. —Entonces...

—Creo que nunca nos hemos presentado— dice y asiento.

Es verdad, ni siquiera me sé su nombre y apenas ahora tomo en cuenta su acento.

—Soy Mí...

—Se quién eres— se ríe y se quita su camiseta, me la da y me hace señas para que me la ponga.

Lo hago porque mi espalda ya tiene frío y no quiero seguir sin ropa y él comienza a hablar mientras caminamos hacia la cocina.

—Mía— me señala una silla y él toma asiento frente a mí del otro lado de la mesa. —Tienes veinticuatro años, te casaste casi a los veintiuno, terminaste un año antes la secundaria y te graduaste temprano de la universidad. Te gusta lo clásico, como tu auto negro que es eléctrico, pero sencillo. También te encanta leer, pero nada de terror y por supuesto tiene que tener algún encuentro carnal. Amas tu trabajo, pero amas más la diversión, eres traviesa como un niño, te gustan los juguetes, disfrutas de hacer bromas y recientemente descubrí que te gustan los perros ¿Cómo estuve?— pregunta y se ríe al ver mi boca abierta, me alejo un poco y él se ríe aún más.

—¿Cómo sabes todo eso?— pregunto y encoje los hombros.

—Es mi trabajo, Mía, no puedo protegerte sin conocerte. Aún no sé de qué me van a servir las medidas de tu ropa interior, pero lo averiguaremos— me guiña un ojo y me levanto, mi cerebro dice "Corre""Recoje la botella y corre".

Él suelta otra carcajada.

—Era broma— estira las manos para que no me vaya. —Sabes, para ser alguien a quien le gusta jugar, sos muy seria.

De forma juguetona levanto mi pie y le doy en el tobillo por debajo de la mesa, él se ríe y me ve.

—Entonces, es mi turno— anuncio echándole un rápido vistazo y recojo la botella de agua. —Eres de Latinoamérica, trabajas para Meneredith Rey, pero él nunca te ha dirigido la palabra. Te gusta bromear, estoy segura de que prefieres las películas antes que los libros y si no me equivoco sos de Uruguay ¿Qué tan mal estuve?— pregunto viendo su remera de Star wards, también pensando en que el sorete casi nunca se acerca a sus empleados y él se queda pensando. De repente levanta un dedo y yo frunzo el ceño.

Un suave y duro Ménage À TroisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora