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⚠️ADVERTENCIA CAPÍTULO +21🌈 LEER BAJO TU PROPIA RESPONSABILIDAD⚠️

CAPÍTULO SESENTA Y UNO.

LA VIBRACIÓN DE SU LENGUA:

CAETANO:

Me quedo en la cama haciendo cucharita con Mía hasta que se duerme y luego de darme una ducha voy con Meneredith que me aguarda en la otra habitación. Mi estómago duele por nervios y hambre mientras atravieso el pasillo.

Hace unas horas decidí saltearme la cena y ahora sé que fue lo mejor, mo siento que pueda llevarme un solo pedazito de comida a la boca sin que mi estómago se retuerza. Mis emociones son demasiado fuertes, tengo miedo de lo que haremos y a la vez siento curiosidad y excitación. Quiero esto, quiero volver a tomar a Meneredith en mis labios, dejarlo utilizar mi boca a su antojo, cerrar los ojos y no pensar en otra cosa excepto complacerlo, pero esta noche no lo consigo.

Sé que acabaré entre sus piernas lamiendo y chupando su polla, lo deseo, pero también soy conciente de esta noche será diferente a la primera vez, aunque por alguna razón comenzó de la misma manera.

Aquella noche:

Abrazo a Mía contra mi pecho, mi estómago se revuelve, intento quedarme quieto, pero no lo consigo. Ella y su salud me preocupan, no quiero que se haga daño, no quiero que esté extresada ni se sienta en peligro. Soy capaz de todo por ella y eso me está volviendo loco. Maté a una persona para salvarla y le disparé a otra, frente a ella fingí que no me afectó, pero por dentro me está consumiendo.

Jamás sostuve un arma, jamás quise herir a nadie, mis manos se sienten pedazas ahora, la sangre está en ella y no la veo, pero está ahí.

Mía se remueve y salgo de la cama, pongo una almohada suplantando mi cuerpo y ella la abraza sin notar mi ausencia. Doy pasos silenciosos y atravieso la puerta, sé que Meneredith tiene alcohol en alguna parte y bajo cada tramo de escaleras hasta que finalmente llego a la cocina.

Las luces están apagadas y no las enciendo, no sé donde puede estar Meneredith, probablemente duerme en otra habitación o quizás está en su oficina, aún así no quiero arriegarme a que me vea, lo último que deseo es hablar con otra persona, mi cabeza ya es suficiente quilombo como para escuchar a alguien más y por eso bajé y dejé a Mía, no puedo dormir con ella esta noche, daré tantas vueltas en la cama que probablemente arruinaré sus dulces sueños.

Abro las encimeras y busco en cada una hasta que hayo una botella de vidrio de lo que parece ser whisky y un vaso. Está abierta así que no creo que nadie note que tomé un poco.

Me sirvo y cierro los ojos bebiendo un largo trago como Mía me enseñó. La bebida quema mi garganta y hago una mueca, nunca fui bueno bebiendo.

Una risa se oye a mis espaldas y las luces se encienden, abro los ojos y me toma varios intentos ver quién está parado a un metro de mí observándome.

Meneredith.

—No deberías beber si no sabes hacerlo— me reta viéndome de arriba a bajo.

Por alguna razón esa mirada me hace molestar más de lo que ya lo estoy con él.

—Tú que sabes— escupo las palabras, últimamente cuando estoy cerca de él me encuentro a la defensiva, me digo a mí mismo que él es el enemigo, que besó a mi mujer, que sentir odio no es suficiente, pero no sé qué más podría hacer. Aceptó alojarnos, no lo hizo gratis, pero al menos ella está a salvo y no quiero que eso cambie.

Un suave y duro Ménage À TroisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora