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CAPÍTULO CINCUENTA Y CINCO:

El sonido de las olas.

Abro los ojos y solo veo brazos y piernas rodeándome, estoy acostada, Meneredith y Caetano están abrazándome, ambos duermen cómodamente. Caetano como de costumbre tiene su cabeza recostada sobre mis pechos y Meneredith a diferencia de él nos está rodeando con sus brazos manteniéndonos juntos y protegidos.

Intento liberarme de ambos, pero al moverme Cae se acerca todavía más y se mete uno de mis pezones en su boca, Meneredith libera a Cae, pero no a mí y sus piernas me aprisionan al subirse encima de las mías. Ahora soporto la mitad de su peso y no es que me moleste, pero necesito salir de aquí e ir con Tayler.

No sé si ya son las seis de la mañana, ellos me dejaron tan agotada que me dormí pocos minutos después de tener el mejor orgasmo de mi vida, pero aunque aún no sea la hora, debo ir a la habitación lila rosada, darme una ducha para despejarme, ponerme ropa limpia y buscar a Tayler.

—Meneredith — llamo pues dudo poder quitarme todo su cuerpo de encima.
—Soltame, quiero ir al baño— le pido y me libera, no parece despierto, pero al menos me dejó ir.

Estiro la mano y pellizco suavemente la mejilla de Cae, su boca se abre y rápidamente quito mi pezón de su boca. Me apresuro y salgo gateando de la cama antes de que decidan que es mejor volver a atraparme entre sus cuerpos.

Miro hacia todos lados y mi mirada se encuentra con  el cuarto de tortura, ya no sé si llamarlo así, no me gustó toda la experiencia, odié que Caetano fuera azotado, pero sí me gustó que Meneredith me tocara.

Aparto la mirada y le doy la espalda, no quiero pensar en eso ahora, especialmente no quiero pensar en que le dije no solo a Cae, sino también a Meneredith que lo amo. Aún no entiendo porqué lo dije, no siento eso por él.

Salgo en silencio de la habitación,  mis pies acarician la alfombra del pasillo y ellos no notan que me fui, suspiro al ver las escaleras y saber que solo debo bajar un tramo, estoy feliz de que no me llevaran al piso cuatro donde siempre dormimos, supongo que ellos también estaban agotados o quizás solo no querían despertarme luego de que me dormí.

Las escaleras están frías, mi piel poco a poco va perdiendo el calor que compartían nuestros cuerpos juntos y el estar desnuda no ayuda en nada, pero pronto llego a la habitación lila rosada, me adentro en ella y suspiro alaiviada al ver que aún tengo treinta minutos antes de las seis de la mañana. Recojo rápido mi ropa y salgo al baño del pasillo, sé que más tarde, cuando vuelva de correr voy a volver a ducharme y que hacerlo antes es una pérdida de tiempo, pero no puedo permitir que Tayler huela el sexo en mí, estoy casi segura de que huelo a eso.

Me meto bajo la primer ducha, regulo el agua y tomando el jabón limpio mi ģcuerpo, mi piel está extremadamente suave el día de hoy, mis brazos y cada músculo agradece la caricia del agua. Deslizo el jabón más y más abajo hasta que soy un burbuja humana y me detengo cuando al llegar a mis muslos siento una punzada de dolor.

El miedo me recorre haciendo que mi piel se erice, dejo caer el jabón y meto la mano en mi adolorida entrepierna, deslizo mis dedos tocando cada centímetro de mí intentando buscar una diferencia en mi entrepierna anterior al encuentro y la que siento ahora luego de haber recibido el placer de dos hombres al mismo tiempo, pero a diferencia del dolor no siento nada extraño.

Me quito las burbujas y sin quedar completamente convencida salgo de la ducha siendo cuidadosa de no resbalar y me dirijo al espejo. Tengo que subirme al lavado para alcanzar una buena vista de mis piernas y sin pensarmelo dos veces las separa y miro a través del espejo buscando algún ensanchamiento, algo que me diga que estoy más estirada.

Un suave y duro Ménage À TroisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora