58

387 36 5
                                    

CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO:

El correo delator.

Mía:

Ayudo a Meneredith con tareas de la empresa, anotar citas y responder mensajes no es lo mío, pero ayuda para no pensar en Nere. Mi pecho sigue doliendo por ella, pero Meneredith parece estar dispuesto a distraerme dándome mucho trabajo.

Él no me deja ayudar con la aplicación, el final del mes se acerca y con ello el lanzamiento de la app Mía mor, no obstante, dice que necesito distracción no preocupaciones y por eso me mantiene vigilada.

Mili nos trae café luego de dos horas de recibir y contestar mensajes y e-mails, Meneredith bebe el suyo, pero yo ni siquiera pruebo el mío. Ella siempre de alguna forma logra que mi comida esté agria y no pienso arruinar también mi café.

Cuando ella se va y nos quedamos solos suelto lo que siempre he querido saber.

—¿Por qué sigue aquí? — pregunto y al igual que otras veces, no responde.
—Meneredith— insisto y él suspira.

—No tengo razones para despedirla.

—¿O sea que le pagas por moverte el culo? — pregunto recordando el trajesito que usaba el día en que llegamos a la mansión y por el cual tuve que cubrirle los ojos a mi esposo.

—No, Mía, le pago por cocinar y limpiar— dice y refunfuño haciéndole saber que no estoy de acuerdo. Nunca la he visto limpiar, cocina horrible y hay algo en ella que no me convence, eso sin contar que quiso seducirme solo para poder revolcarse de nuevo con Meneredith.

—Pues no hace un buen trabajo.

Meneredith pasa por alto mi comentario y me envía un nuevo correo para que me encargue de él.

Pasamos otras dos horas juntos, ninguno de los dos nombra lo que hicimos esta tarde, mi cuerpo hormiguea de solo pensar en lo mucho que disfruté, pero yo no voy a ser la primera en sacar el tema y por lo visto él tampoco.

Cae entra trayendo las copias que Meneredith le envió a sacar de las últimas contadurías de la empresa. Mi amor se sienta en la cama y revisa cada papel mientras me lo quedo viendo, admirando como hace su trabajo y la concentración que le pone.

—¿Cuándo iremos a ver a tu abuelo? — pregunta de repente y bajo ese tono calmado sé que está emocionado. Mi amor es súper fanático del abuelo de Meneredith.

—Si es posible, nunca— responde el jefe y Cae asiente, pero está decepcionado.

—Podriamos invitarlo— sugiero —Ya que esto va en serio— murmuro señalándonos y a lo que tenemos —No le dimos una buena impresión, Meneredith — le recuerdo, pero él solo encoje sus hombros.

—No necesitas impresionarlo, Mía mor, amenme y tendrán un paraíso.

—Pero podríamos invitarlo— alienta Cae con sus últimas esperanzas y Meneredith refunfuña, pero finalmente asiente con la cabeza y Cae ya no puede contener su alegría y grita un "¡Sí!" Mientras flexiona la mano contra su pecho.

—Ahora pónganse a trabajar, mañana será un largo día— nos dice y recuerdo que mañana comienzan las entrevistas.

Una sonrisa se extiende por mi rostro, por fin tendré compañeras de trabajo.

Oculto esa sonrisa y regreso a contestar e-mails, algunos son spam, otros son completamente irrelevantes y algunos pocos requieren que se los muestre a Meneredith pues son tan importantes que no sé cómo proceder.

Un suave y duro Ménage À TroisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora