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CAPÍTULO CINCUENTA Y SEIS.

Él SÍ, JEFE de Cae.

Empaco, pero no solo mi ropa, sino también leche para el cachorro y sin que nadie se de cuenta lo meto dentro de la mochila de Cae. Mi amor está distraído, camina de un lado para el otro y yo aferro al bebé a mis brazos mientras pienso como hacer para traerme también a los otros cachorros, había por lo menos tres y sin una madre dudo que sobrevivan.

-Mía ¿En qué piensas? - Cae me rodea la cintura con sus brazos y trata de tomar la mochila para que yo no deba cargarla.

-En nada, deja, yo puedo- me libero de sus manos y salgo al pasillo. Las manos me sudan, sé que luego de esto Meneredith y yo tendremos una gran pelea, pero Nere murió por mi culpa y no quiero que los cachorros también mueran.

Camino por la cocina, afuera Meneredith está dando instrucciones, habla tan alto que lo escucho con claridad, me acerco para ver que hacen y considero dar media vuelta y esconderme en alguna parte de la casa.

El jefe no está enojado, no, él está furioso.

Asomo la cabeza por la ventana de la cocina y veo a todos los guardaespaldas parados frente a él recibiendo las nuevas órdenes y asintiendo con la cabeza.

-Nos diste un gran susto amor- Cae me acaricia la mejilla y el cachorro elije ese momento para moverse, los ojos de mi amor van a la mochila y dándole un beso rápido lo distraigo y camino directo al exterior.

Mejor espero en la camioneta, una vez en camino al departamento no podrán decirme que lo deje, pero mi distracción no sirve pues Cae entra a la camioneta al mismo tiempo que yo.

-Mía, no puedes traerlo- su voz es firme, pero sé como convencerlo. Abro el cierre, el cachorro asoma la cabeza viendo hacia todos lados y lo saco enseñándoselo a Cae.

-Dile a él que no puede venir, mira su carita ¿Cómo podrías decirle que se quede? Además es chiquito y no va a hacer daño, por favor, Cae- le pido acercándole más el cachorro al rostro.

-Mía es muy bonito— le acaricia las orejas —Pero tiene hermanos y no podemos separarlo de ellos.

-Entonces traigamoslos, yo me encargaré de ellos, ni siquiera se notarán- le aseguro. Estoy dispuesta a todo, no pienso dejar que se queden en esa mansión, no es segura para ellos.

-Bombón- su voz es dulce ahora. -No podemos tener a cuatro cachorros terranova en un departamento, son animales enormes, vos viste a su madre, sería imposible cuidarlos y ni hablar de alimentarlos, bañarlos o incluso sacarlos a pasear. La respuesta es no, debes devolverlo- me dice con firmeza y sacudo la cabeza.

-No lo haré.

Ya tomé una decisión.

-Mía, ellos ya tienen dueños que deben estar destrozados por la muerte de su perra, imagina lo mal que se deben sentir porque también perdieron un cachorro- sus palabras me hieren y una lágrima se desliza por mi mejilla.
-Amor tienes que hacer lo correcto, algún día tendremos nuestras propias mascotas, pero no ahora con todo lo que está sucediendo- me da un fuerte abrazo y busca mis ojos a pesar de que sigo aferrada al cachorro. -¿Me lo das? - pregunta, pero no me muevo.

Abrazo al bebé y lo lleno de besos, siento su aroma por última vez y se lo entrego.

-Haces lo correcto, bombón - besa mi mejilla y se baja dejándome sola y aferrada a su mochila.

Minutos después él y Meneredith se suben, al igual el conductor y la camioneta arranca, no me atrevo a mirar al jefe y el resto del camino observo por la ventana y pienso en que si no fuera por mi culpa Nere estaría viva y sus cachorros no serían huérfanos.

Un suave y duro Ménage À TroisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora