33

522 35 1
                                    


CAPÍTULO TREINTA Y TRES.

Maratón P2:

En el trayecto de vuelta Cae me abraza, yo abrazo mi peluche y Meneredith usa su teléfono, pero ninguno habla y hay una extraña burbuja de incomodidad en el aire.

Al llegar tomo a mi oso y bajo rápido de la camioneta, espero a que el jefe abra la puerta de su mansión y subo las escaleras yendo directo a la habitación para pensar, pero mi tiempo a solas es escaso y se reduce a nada cuando los guardaespaldas entran cargando los peluches.

-¿Dónde los dejamos?- me pregunta uno de ellos, le señalo la esquina más lejana y me abstengo de hablarle o mirarlo.

Él y los demás suben y bajan trayendo los peluches y juegos, cuando terminan Cae entra en la habitación y se acerca, toma asiento a mi lado y entrelaza nuestros dedos.

-No hemos hablaba mucho desde lo que sucedió esta mañana ¿Quieres decirme algo, amor?- su pregunta me toma por sopresa, es como si me leyera la mente.

Podría ser directa con él y sin filtro preguntarle "¿Le chupaste la polla a Meneredith y dejaste que te folle?" O podría hacer caso omiso de las palabras del sorete, ignorarlo para siempre y continuar con mi matrimonio con Cae porque esa pregunta, aunque probablemente es una verdad, sólo traerá problemas para nosotros y se deshará de aquellos planes que siempre tuvimos como el de tener hijos en un futuro.

-Estoy bien, algo cansada, pero no tengo intenciones de hacerme daño si eso te preocupa, amor.- dejo un beso en su mejilla y me desnudo para meterme en la cama y tomar una siesta.

Él se queda en silencio sentado a mis pies y cuando me cubro con las sábanas el no me imita y se mete conmigo para dormir abrazado a mis pechos como hizo cada día desde que nos casamos.

-Amor ¿Qué pasa?- le pregunto y continúa en silencio -Cae- insisto y suspira.

-Ahora sí tengo miedo- me dice y me siento en la cama, gateo hasta él y lo abrazo.
-Jamás te habías hecho daño en un lugar público, me asusta que lo vuelvas a hacer y que yo no esté o llegue tarde para ayudarte- cuenta y tomo sus mejillas inclinando su cabeza hacia mí para que me vea.

-Cae, estaba asustada, si no fuera por lo de la bomba yo seguiría con mi racha de un año sin necesitar hacerme daño, creeme, no volverá a pasar- le prometo y él asiente, pero no tiene esa mirada que irradia confianza. -¿Cae?

Él suspira y lleva una de sus manos a mi mejilla, me atrae, deja un beso en mis labios y otro en mi frente y aleja el cabello de mis hombros observando la piel al desnudo de mi cuerpo.

-Le pedí a Meneredith que te dé unas vacaciones- cuenta y la noticia no me gusta nada, de hecho la detesto.

-No las necesito- me niego y bajo de la cama para recoger mis ropas e ir tras el jefe para decirle que no voy a tomarme tales vacaciones.

-Sí- la voz de Cae suena autoritaria a mis espaldas y lentamente y sintiéndome confundida me giro a verlo.

-¿Perdón?- alzo las cejas y lo veo creyendo oír mal.

-Mía, ya está hecho, él no va a cambiar de opinión.- me dice y por un rato nuestras miradas se quedan fijas en la del otro, hasta que vuelvo a hablar.

-Ni en pedo me quedo acá sola- le digo y mis ojos se llenan de lágrimas tan solo de pensarlo.
-Cuando llegamos aquí estuve tres meses sola en nuestra casa, te ibas por ocho, casi doce horas al trabajo. Nuestra situación económica no era la mejor y entendí que era necesario hasta que yo también consiguiera uno, pero aún así vivía acelerada y lo sabés ¿Cuántas veces volvías y yo estaba llorando? Vivía extrañándote, preguntándome si estabas bien, queriendo llamarte y no podía hacerlo...¿De verdad querés volver a eso? Está fue una de las razones por la que creamos a Mijaíl.

Él permanece en silencio hasta que me abre los brazos y palmea su rodilla para que me acerque. Lo hago para corresponderle y me acurruco a su pecho trepándome como garrapata por sus piernas y envolviéndome a su cuello con mis brazos.

-Yo también me voy quedar- me susurra al oído. -Tendré que traer muchísimos archivos y papeles, pero nos organizaremos para pasar tiempo juntos y que a la vez yo pueda hacer mi trabajo...lo prometo amor, no volveremos al comienzo y no quiero verte llorar de nuevo ¿Sí, bombón?- me seca las lágrimas y besa mis labios. -Sacá esa trompita de tu cara, dale- se ríe y besa mis labios.

-Gracias- me siento a horcajadas suyo y enroyo las piernas en su cintura.

-¿Estás tratando de seducirme?- se ríe y bajo la mirada, tengo puestas las medias, las bragas por los talones y estoy abierta sobre su entrepierna.

No es intencional pero bien ahí, ya que estamos, podría aprovechar y tirarme un clavado.

-No- me río y reparto besos por su cuello -Pero si querés sí- sugiero y sacude la cabeza, rechazándome con una sonrisa tierna.

-¿El polvo de hoy a la mañana, hace tres horas, no te bastó?- se ríe y me muerdo el labio.

Estuvo bueno, pero fue una previa.

-Pueder ser- susurro y desabrocho su elegante camisa dejándole el saco puesto por encima. -O puede que no...

Él me permite dejarle el torso expuesto, deslizo mis manos por allí y me inclino a besar, lamer y chupar su piel, en especial sus pezones con los que juego hasta que jadea porque lo mordí por "accidente".

-Carnivora- me acusa y sonrío.

-¿Y vos no?- alzo ambas cejas con diversión y él se ruboriza .
-Andá, si te encanta- me río y me tiro de rodillas al piso, le abro las piernas y desabrocho su pantalón elegante, lo bajo hasta sus tobillos y me deshago del molesto bóxers.

-Mía, necesito que me envíes el...- Meneredith se queda con la boca abierta al verme a punto de atragantarme con la polla de mi esposo -No necesito nada, continúa- se recarga en el marco de la puerta y le subo y abrocho los pantalones a Cae tratando de cubrirlo y él hace lo mismo conmigo enredándome en las sábanas para que Meneredith no me vea. -Se veía tan excitante- se queja el jefe y sacude la cabeza.
-Como sea, los espero en la sala y Mía- se detiene a observar como las sábanas me envuelven el cuerpo haciéndome ver cómo una diosa de cabello desordenado. -Puede que tenga algo para ti- dice y se va con las manos en los bolsillos del pantalón y viendo hacia el frente como si lo que dejara atrás ya es parte del pasado.

-¿Qué quiso decir?- pregunto y Cae se encoje de hombros viendo la puerta y escuchando como los pasos del jefe se desvanecen con la distancia.

-Nunca sé lo que quiere decir, a veces cuenta historias- murmura rascándose la barbilla y dejo de ver la puerta para mirarlo a él.

-¿A vos también?- me río y él asiente, pero no me cuenta qué historias le relata a él y yo tampoco le cuento de lo que me dijo de aquél empleado que fue a una entrevista con la ropa equivocada.

—Déjame a mí— recoge mi ropa y me ayuda a ponermela repartiendo besos por mis hombros cuello y uno entremedio de mis cejas recordándome de forma inconsciente lo que hice hoy con la pincita de depilar.

—No lo volveré a hacer— le prometo, buscando su ayuda, el brillo en sus ojos que dice que confía en mí, que cree en que puedo hacerlo.

—Lo sé.

Holaaa...de nuevo😂😂

Aún falta otro capítulo pero ¿Qué opinan?

Nos vemos en el siguiente.

Atte: MicaelaEP ❤️

Un suave y duro Ménage À TroisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora