THE BOYZ ❁ཻུ۪۪ imagina ❁ཻུ۪۪

jυyeon⁴ 💭

La veo doblar la esquina, viene dando pequeños saltitos que expresan la emoción que siente. Seguramente le ha pasado algo bueno para estar así de feliz. Parece haber olvidado que hace dos semanas me partió el corazón mandándome a la friendzone, pero no me importa. Haré y aguantaré lo que sea por estar a su lado. Algún día se dará cuenta de que soy el indicado.
Llega a mi altura y me abraza. Aprovecho ese abrazo al máximo y despierto mis cinco sentidos para poder absorber todo lo que pueda de ella.
─ Bueno, señorita, ¿qué ha ocurrido? No sueles estar tan alegre cuando me ves ─ le digo mientras ella se separa de mí aún con su maravillosa sonrisa. Todo lo que a ella le haga feliz, me hace feliz a mi también.
─ Pues... ─ alarga para mantenerme con la intriga ─. ¡Eric me ha pedido salir!
Me quedo atónito. Podría esperarme cualquier cosa menos esta.
─ ¿Y qué has respondido? ─ le pregunto sin dar crédito aún.
Ella baja la mirada y parte de esa felicidad se desvanece. Seguramente esté recordando aquel día hace poco cuando me rechazó.
─ Espero que no te moleste. Sé que Eric es tu amigo de la infancia y que...
─ No, no pasa nada. Me alegro por ti, si es lo que quieres ─ corto para que no abra la herida de nuevo e intento sonreír.
─ ¿Estás seguro? Yo... Te dije que no y ahora... ─ dice con preocupación, atenta a mis reacciones.
─ Está bien, no te preocupes por mi. Quedamos como mejores amigos, ¿no? ─ ella asiente lentamente. ─ Los mejores amigos se alegran por los demás. Así que, yo me alegro por ti.
Ella vuelve a abrazarme pero esta vez no lo disfruto tanto como el anterior. Tengo un sabor amargo en la boca.
─ Me gustaría que quedaras con Eric, para que hablarais y tal. Si no te supone ninguna molestia ─ añade rápidamente.─ Me gustaría mucho que mi novio y mi mejor amigo se llevaran bien.
Siento como si me pegaran una puñalada directa al corazón. No se refiere a mí cuando dice "novio", sino que soy lo otro. Ni siquiera han salido los dos solos como hemos hecho nosotros dos millones de veces y ya le asigna ese título. Me hierve la sangre.
─ Lo intentaré. Dile que me llame y que me diga dónde quedar ─ digo sin mostrar mi gran desagrado y asco ante toda esta situación.
─ ¡Muchas gracias! No sabes cuánto te lo agradezco ─ me besa la mejilla. En otra ocasión me habría derretido como mantequilla pero la ira me mantiene como el acero.

Eric me espera con su mochila colgada a la espalda en los primeros escalones del ascenso a la montaña. La noche aún cubre toda la ciudad, ya que son alrededor de las 4 de la mañana. Podría haber elegido otro sitio u otra actividad.
─ A la hora a la que me haces levantarme en plenas vacaciones ─ le espeto.
─ Sabes que merece la pena ─ contesta sonriendo. Cómo me gustaría borrarle esa sonrisa de la cara.
Comenzamos a subir los escalones que recorren la montaña hasta su zona más alta. Eric va cinco pasos por delante de mí, callado y con la cabeza gacha. Aún no ha sacado el tema y lo agradezco porque no sé cómo voy a reaccionar. Mis pensamientos se alborotan en mi cabeza mezclándose con la furia ardiente que crece dentro de mí a cada paso.
─ ¿Recuerdas cuantas veces hemos hecho este camino cuando éramos pequeños? ─ me pregunta. Yo solo contesto un sí seco.
Ha elegido una ruta a través de la montaña para poder ver el amanecer. Un paisaje hermoso para suavizar el momento de tensión que se generará, o por lo menos por mi parte ya que soy el único perjudicado.
─ Es la primera vez que voy delante ─ ríe con la mirada fija en el suelo. Cada vez que hacíamos este camino yo iba el primero debido a que no me cansaba tanto como él, que tenía que hacer una parada cada dos minutos.
─ Cierto. Pero no estamos en igualdad de condiciones. Tú has hecho este camino muchas más veces que yo porque a ti te encanta.
─ Tienes razón. Es que la vista del amanecer desde aquí arriba es hermosa e increíble. No tiene comparación con nada.
Le doy la razón aunque mis pensamientos estén en otra parte. En cómo se ha tenido callado todo este tiempo, que está enamorado de la misma chica que yo y cómo ha aprovechado que me rechazaba para poder hacerse con ella. Me ha traicionado y apuñalado por la espalda. Lo odio. ¿Cómo me ha podido hacer eso? Se suponía que éramos mejores amigos.
Llegamos a la cumbre de la montaña y nos sentamos en el borde de un pequeño precipicio. Está amaneciendo y se puede observar cómo el sol va saliendo pero aún sigue escondido tras los edificios que conforman la ciudad.
─ Es precioso, ¿verdad? Se puede ver toda la ciudad desde aquí ─ comenta embelesado.
─ Cierto. Es el mejor paisaje que se pueda observar. Es perfecta para una postal.
─ Verdad. Y cuando salga el sol, será aún mejor.
Suelto un ''aham'' para no tener que seguir hablando porque me cuesta conversar con él teniendo esa espina clavada por su culpa. El silencio nos engulle a los dos mientras esperamos a que el sol asome su cabeza poco a poco. Tras varios minutos incómodos, él habla por fin sacando el tema.
─ Sabrás el motivo por el que quería que viniéramos aquí ─ comienza poco a poco.
─ Sí, pero recuérdamelo porque no estoy muy seguro ─ me hago el tonto y uso un tono inocente.
─ Le pedí... salir a...
─ No menciones su nombre ─ le corto.
─ Siento que...
─ ¿Qué se supone que sientes? ─ dejo entrever mi cabreo.
─ Sé que te gustaba y también soy consciente de que hace poco le pediste salir. De verdad que no era mi intención que las cosas salieran así ─ habla apresuradamente para que no lo pueda interrumpir y así excusarse ─, pero el otro día se me presentó la oportunidad de confesarle mis sentimientos y... 

Mi cuerpo se siente rígido. Hay gente a mi alrededor zumbando de un lado para otro. Veo como ella llega con lágrimas en la cara y rápidamente se acerca a mí preguntándome si estoy bien. Solo asiento con la cabeza. 
─ ¿Dónde está Eric?¿Qué ha pasado? ─ me pregunta. 
No hablo, solo señalo hacia un lado donde hay una bolsa del tamaño de una persona tendida en el suelo. Ella se lleva las manos a la boca y gira la cabeza para el lado contrario. Puedo escuchar perfectamente sus sollozos. En otro caso, la hubiera consolado pero ahora mismo solo siento satisfacción. Él se lo merecía al igual que ella. Él por la puñalada trapera y ella por haberme rechazado y haberlo elegido a él. 
Una chica vestida con uniforme de policía se acerca a mí y se arrodilla a mi lado. 
─ Entiendo que estés en estado de shock ahora mismo pero es necesario que te haga una serie de preguntas acerca de lo ocurrido ─ asiento a modo de respuesta ─. ¿Podrías decirte exactamente qué ha ocurrido? 
Por el rabillo del ojo puedo sentir cómo ella silencia sus sollozos para poder escuchar mi contestación. Con los ojos fijos en el suelo, relato lo sucedido de forma lenta y minuciosa:
─ Estábamos sentados en el filo para poder ver el amanecer. Lo habíamos hecho millones de veces y a ninguno de los dos nos dan miedo las alturas, por lo que era algo normal sentarse ahí. Él me estaba contando algo muy emocionado, quiso levantarse para poder ir a coger algo de su mochila pero perdió el equilibrio y... No pude hacer nada... Todo pasó tan rápido... No tuve tiempo a reaccionar y cuando lo hice... Ya era demasiado tarde... ─ comienzo a llorar, pero las lágrimas son de cocodrilo. 
─ Está bien, no te preocupes, no fue tu culpa... ─ la chica intenta consolarme con palabras reconfortantes pero no las necesito. Sin embargo, no puedo dejar entrever mis verdaderas emociones o sino parecería sospechoso. 

Cuando la chica policía se va, ella se acerca a mí y me abraza. Apoya su cabeza en mi hombro. 
─ Lo siento mucho. Siento que todo esto ha sido mi culpa ─ me dice aún con lágrimas en los ojos. 
─ No. No cargues con esto cuando no has tenido nada que ver. Solo ha sido un accidente que le podía haber pasado a cualquiera y en este caso, el pobre Eric... ─ respondo. 
─ Me alegro de que estés bien. Si te hubiera pasado a ti también, no sé qué hubiera hecho. No quiero ni pensarlo. A partir de ahora no te separes de mí, ¿vale? 
─ Siempre he estado a tu lado y siempre lo estaré, no te preocupes por eso ─ le doy un beso en la frente. A pesar de su tristeza, ella sonríe por mi gesto y yo también lo hago pero por un motivo diferente. 
─ Gracias. Eres mi ángel. 

─... pero el otro día se me presentó la oportunidad de confesarle mis sentimientos y... 
No puedo dejarlo terminar, es odioso escucharlo hablar de ella e intentar poner motivos para justificar sus actos. Sabe que ha sido un hijo de puta y no sabe cómo resarcirse. Mi ira ha llegado a niveles muy extremos y explica muy bien por qué lo empujo haciendo que caiga por el precipicio bajo nuestros pies. 

Me levanto asustado por lo que acabo de hacer, como si no hubiera sido yo el que lo ha hecho y me alejo del borde. Por unos segundos no me atrevo a asomarme pero lentamente camino otra vez hasta el filo y aún más lentamente me digno a mirar hacia abajo. El cuerpo de Eric desde esta altura es solo una mancha roja difusa. Puedo discernir su ropa y su cuerpo en un ángulo demasiado extraño. Debería sentirme horriblemente mal por haber matado a mi mejor amigo de la infancia, o al menos remordimientos acerca de lo que he hecho pero siento todo lo contrario. Alivio, como si me hubiera quitado un peso de encima y satisfacción porque ahora ya nadie se interpone en mi camino con ella. Vuelve a estar libre y sé qué tengo que hacer para ganármela otra vez. Cuando se entere de lo ocurrido, estará triste y yo estaré ahí para ofrecerle mi hombro cuando lo necesite. Me hará ganar puntos. 

Llamo a emergencias, disfrazando mi tono de voz por uno agitado, preocupado y temeroso; todo lo contrario a cómo es en realidad. Nunca me he sentido más vivo. 

Meto el móvil de nuevo en mi bolsillo, sin apartar en ningún momento la vista del cuerpo destrozado de Eric. Ella es mía, siempre lo ha sido y lo será aunque ella no sea consciente de eso pero me encargaré de abrirle los ojos, de que comprenda que yo soy su chico ideal y que nadie puede compararse conmigo. Ahora sé hasta dónde puedo llegar y de lo que soy capaz para tenerla conmigo y, además, en el peor de los casos, si ella no puede ser mía, no será de nadie.