Toco su pelo mientras mantiene apoyada su cabeza en mi estómago. ─Por fin tenemos un rato libre ─lo escucho decir. ─Sí, tienes razón. Desde que esa chica está detrás tuya no nos deja en paz. Y lo peor es que tú y yo solo podemos vernos en el instituto. Ojalá se cambiara a otro y se esfumara. ─¿Por qué? ─él pone una sonrisilla.
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─No la soporto. Siempre pegada a ti como los perritos falderos. ¿No sabe que ya tienes novia? ─digo irritada con solo pensar en esa molesta chica tocando a mi querido Kevin. ─¿Y tú no sabes que solo tengo corazón y ojos para ti? ─levanta la cabeza y se acerca a mí para darme un tierno beso sin dejar de sonreír. ─¿Por qué esa sonrisa? ─le pregunto tras volver a ponerse en la posición en la que estaba. ─Me gusta cuando te pones celosa. ─Así que te gusta verme enfadada por ti... ─intento parecer dolida. ─Jamás haría nada que te pusiera triste o te hiciera daño, lo sabes. ─Lo sé ─respondo dándole un pequeño pellizco en su moflete derecho. De repente, se levanta y abre la ventana. ─¿Qué haces? ─pregunto intrigada. ─Sígueme pero ten cuidado. Yo te ayudaré, ¿vale? Saca un pie por la ventana y después el otro, hasta quedar sentado hacia fuera. Alarmada, corro hacia él y lo agarro por la camiseta con tal de que no pierda el equilibrio y caiga hacia delante. ─¿Eres idiota? Estamos en una segunda planta. Podrías matarte o quedarte minusválido. ─Tranquila. No me caeré. Ven. Salta y se me escapa un pequeño grito. ¡Está loco! Saco la cabeza para ver dónde está. Para mi alivio, está subido en el tejado. ─Dame la mano. No tengas miedo ─me dice mientras me tiende su mano. Yo acepto y finalmente, me veo con él en el tejado. ─¿Esto es seguro? ─pregunto con un poco de miedo. Si uno de los dos se resbala, caerá desde una altura bastante preocupante. ─No te preocupes. Si te sientes más segura, me puedes dar la mano o pegarte más a mí... Sonrío porque pillo su indirecta. Así que, me acurruco en él mientras pasa su brazo sobre mis hombros. ─Ojalá este momento durara la eternidad ─pienso en voz alta. ─No te preocupes, pasaremos más momentos juntos porque no pienso dejarte nunca. A no ser que tú dejes de quererme. Entonces en ese caso, te dejaré ir porque no te retendría conmigo si no sientes lo mismo que yo. ─¿De qué hablas? ─exclamo separándome de él para mirarlo ─. ¿Crees que te dejaría de amar? Eso jamás. Contigo a mi lado soy la persona más feliz de este mundo. Sin ti... Me sentiría vacía... ─Yo también. Quiero que estemos juntos para siempre, hasta que nos hagamos viejecitos y llegue el momento de dejar este mundo. Quiero pasar toda mi vida junto a la tuya. Verte despertar todas las mañanas a mi lado, ver contigo a nuestros hijos crecer, afrontar los malos momentos contigo... ─dice mirándome fijamente a los ojos mientras los suyos brillan de felicidad. ─¿Y no te cansarás de mí? ─pregunto con una sonrisa pillina. ─Nunca. A lo mejor te cansas tú de mí. ─Nunca ─repito─. Yo también quiero pasar mi vida a tu lado. Él sonríe ampliamente y me besa. Me encanta cuando lo hace. Me encanta sentir sus labios con los míos.
