Alguien toca a la puerta. Soltando un gruñido voy a abrir. Lo sé, abrir la puerta solo son dos minutos pero no quiero perder ni un segundo para estudiar. Tengo mis exámenes finales en dos días y ganas no me faltan para tirarme por la ventana del agobio y del estrés. Al abrirla, mi cara de enfado cambia radicalmente a una sonrisa. ─ ¡Changmin! ─ casi grito de alegría. ─ ¿Cómo vas cariño? ─ me dice a la vez que me abraza. ─ Fatal. Si pudiera me iría ahora mismo de esta vida ─ respondo bromeando mientras ruedo los ojos. ─ ¡No digas eso!¿Qué iba a hacer sin ti? ─ Te las apañarías bien ─ contesto mientras nos dirigimos al salón. ─ ¡No! Sin ti mi mundo no tendría sentido. No tendría razón para seguir viviendo. ─ No seas exagerado ─ le digo pellizcándole uno de sus mofletitos. ─ Digo la verdad. Te quiero mucho. Así que no digas esas cosas, ¿vale? Yo sé que tú puedes. Eres inteligente y lo vas a aprobar todo. Confío en ti. ─ Eres un cielo. No he podido tener más suerte al encontrarte. ─ La suerte la tengo yo de estar contigo y tenerte a mi lado. Me acerca a él y me besa dulcemente. ─ Te dejo estudiar. Yo no te molestaré. Intentaré ser lo más silencioso posible. ─ Vale pero no me mires mientras estudio que te conozco. ─ ¿No puedo admirar la belleza de mi chica? ─ No ─ respondo riendo. ─ Joo... ─ hace un puchero. Ambos nos sentamos en el sofá. Mientras yo me centro en estudiar, él se pone a leer un libro que se ha traído. Después de un rato, se levanta y se va a la cocina. Vuelve con un té para mí. Cuando me lo da, deposita un pequeño beso en mi mejilla. Más tarde, al ver que hago una mueca de fastidio porque me duele la espalda, se acerca a mí y comienza a masajearme los hombros. ─ No sé mucho sobre hacer masajes pero espero que te quite un poco el dolor. ─ Q, ¿de verdad que no eres un ángel caído del cielo? ─ No. Soy "cute" ─ responde haciendo un juego de palabras con su nombre y haciendo aegyo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me río. Es demasiado tierno. ─ Gracias por todo. No sé cómo agradecértelo. ─ No tienes que hacerlo. En momentos como estos, estaré aquí siempre dándote ánimos y ayudándote en lo que pueda. En este caso, no puedo estudiar por ti pero si pudiera lo haría.
