XXXIII - Abuela

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—Pronto

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—Pronto... llevatela —ordena Sappheiros.

Iris escucha una voz a su espalda y abre levemente los ojos.

Larimar se acerca y la toma en sus brazos. Ella reacciona y forcejea obligándolo a bajarla; pero él espera que pueda quedarse de pie sola y coloca la mano en su hombro.

—Tranquila, te llevaré para que te revisen.

Ella siente frío extremo, se frota sus propios brazos pues está temblando. Voltea y ve a Sappherios acostado en el montículo blanco y le toma unos segundos entender que le había salvado de nuevo.

—¿Qué le pasará al Sr. Sappheiros?

—No te preocupes, lo ayudarán. Ven conmigo... —dice nervioso, mientras se frota las manos.

Otro vasallo se acerca y les coloca una manta térmica.

Ella siente algo extraño, no podía creerle a Larimar del todo.

—Espera... estoy bien, quiero ayudarlo —dice intentando ir hacia Sappheiros.

Larimar coloca su brazo alrededor de ella impidiendo que avance.

—Iris ¡no puedes! es peligroso acercarse ahora.

—¿Qué? —pregunta mirando a su alrededor desconcertada y se da cuenta de que nadie lo intenta auxiliar— ¿Porqué se quedan ahí? él no se está moviendo, ¡deben ayudarlo! —grita.

—Yo me encargaré de él, pero no puedo trabajar contigo cerca. Vete —dice con frialdad Zircon poniéndose frente a ellos.

La joven se queda en silencio mirándolo. Puede sentir a todos tensos, ocultan algo, pero decide confiar en lo que le dicen, creyendo que si sigue haciendo alboroto perjudica la ayuda. Deja de forcejear y Larimar comienza a guiarla de los hombros. Ella escucha un «gracias» en voz muy baja de Zircon que la deja confundida.

Cuando los dos se alejan lo suficiente y desaparecen del campo de visión de Zircon, éste da instrucciones a los usuarios de fuego para que se acerquen.

—Esto es delicado, ustedes aún están débiles por la noche anterior así que les preguntaré...

Uno de los vasallos le interrumpe con una palmada en la espalda y se da cuenta de que los demás sonríen. Otro le dice que hará lo posible por salvar a su familia y los demás concuerdan. Zircon comprende y se aproximan juntos a su señor.

Para llegar tienen que generar suficiente calor de su cuerpo y extenderlo a su alrededor. Al llegar, tendrán que transmitirlo al cuerpo de su líder. Esto genera más desgaste que solo lanzar llamas, se requiere un mayor dominio. Zircon se queda en medio de ellos ya que es el único que puede decirles qué hacer y diagnosticar a Sappheiros, por lo que toma calor de ellos, pero el frío les supera.

—Esto no está funcionando, están demasiado agotados para enfrentar su poder descontrolado —anuncia.

—No... se acerquen... —interviene Sappheiros con debilidad, su voz es apenas perceptible y está tiritando. Su piel se ha tornado pálida y azulada. —Es lo mejor... si muero aquí... ustedes podrán encontrar... un nuevo rumbo... vayan con ella...

AngelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora