VI - Nuevos aires

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El médico casi saca a rastras a Ángel de la habitación de Iris y comienza a explicarle algunas cosas sobre el estado de la joven, por lo que era mejor no presionarla con interrogatorios en ese momento y si no tenía nada mejor que hacer, podía ayud...

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El médico casi saca a rastras a Ángel de la habitación de Iris y comienza a explicarle algunas cosas sobre el estado de la joven, por lo que era mejor no presionarla con interrogatorios en ese momento y si no tenía nada mejor que hacer, podía ayudar en la clínica hasta que la vaya a revisar de nuevo. El joven renuente acepta ayudar a Kelvin, pues debido a lo ocurrido, su misión ahora es permanecer un tiempo ahí para ver que ella esté bien.

Cuando regresan a la habitación ya es de noche, pero Iris está despierta, muy pensativa, por lo que no se percata de que llaman a la puerta; al no recibir respuesta el doctor decide abrir y la ve sentada en la cama con una mano en la barbilla y mirando hacia la sabana.

—Iris, no creo que haya mucho que observar en la sabana... —comenta el médico.

—¡Oh! ¿En qué momento entraron? —dice sorprendida.

—Nos anunciamos pero no respondiste... —explica Ángel.

—Venimos a ver cómo te encuentras... —complementa Kelvin.

—Uh... lo lamento... —dice mientras se sonroja un poco.

—Seguro tienes mucho en qué pensar, pero es mejor mantener la calma, las respuestas vienen fácilmente con la mente serena ¿cierto Ángel? —dice Kelvin dando un leve codazo al joven.

—¿Eh? ah... sí... descuida en cuanto te sientas mejor te ayudaré a volver a casa... —menciona Ángel.

—¿Porqué harías tanto por mi? es decir apenas nos conocimos y he sido muy descortés...

—Oh, Ángel es así desde pequeño, no puede dejar a alguien que necesita ayuda, jovencita, te encontraste con el chico que nunca se rinde cuando se propone algo, deberías aceptar su ayuda, estarás más segura —dice el doctor mirando de reojo al joven.

En respuesta al gesto Ángel aclara su garganta intentando evitar que el médico diga algo que le comprometa.

—P-por lo menos quiero asegurarme de que llegues bien... —dice nervioso.

—Pero yo no sé cómo volver...

—Le puedes dar tu dirección —sugiere el doctor.

—No... es que... no estoy segura de que este sea el mismo mundo, aunque seguramente creen que estoy loca... —dice mientras se queda observando al joven.

—Bueno usas palabras que jamás había escuchado y no reconozco tus ropas, son extrañas. ¿Doc, tú habías escuchado o visto algo similar?

—Mm, no... —Kelvin se queda pensativo.

—Tengo una duda —ella interrumpe—, recuerdo que me trajiste volando... pero ahora no veo tus alas, ¿lo soñé?.

—Oh, ¿te refieres a estas? —dice mientras hace aparecer su par de alas, aunque las mantiene plegadas.

AngelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora