XL - Discusión

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Las manos de Kelvin se separan y están gravemente quemadas debido al fuego que el muchacho inevitablemente dejó salir

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Las manos de Kelvin se separan y están gravemente quemadas debido al fuego que el muchacho inevitablemente dejó salir. Aun así recibe en brazos a Ángel que logra permanecer consciente pero muy agotado y lo recuesta en una bolsa de dormir cercana.

—No podremos hacer más ahora pero destruiste la piedra que afectaba a las demás personas. Las que restan están más profundo, una aprisiona tus memorias y la otra es el núcleo de una barrera que la protege, ya he afectado esa piedra, pero por su ubicación no será fácil de destruir sin lesionarte. Necesitarás buscar más fugas en el hechizo, también ayudará una fuerza interna estable y decidida, así podrás debilitar sus efectos. Otra forma es tratarlo con mi magia pero será mucho más tiempo.

—Me sorprende... haber podido destruir un zafiro con calor... es una piedra conocida por tener una gran resistencia a las altas temperaturas —comenta débilmente.

—De ahí mi intervención, pero tuviste que elevar mucho la temperatura, aún con tu canalizador es peligroso hacerlo. Curaré en un momento algunas células, no te muevas.

Cuando el muchacho hace lo que le pide, por un momento baja la mirada y se percata de sus heridas.

—¡Doc.! sus manos —expresa consternado.

—Tranquilo, ya trabajo en la regeneración pero me llevará un tiempo. —dice mientras coloca su frente en la de Ángel y este siente un efecto relajante al instante.

Después de unos minutos se separa y le dice que pedirá ayuda. Kelvin camina hacia la salida, asoma la cabeza y todos reaccionan.

—Zircon, necesitaré tu ayuda.

—De inmediato doctor.

Cuando entra a la tienda el zafiriano que alguna vez aspiró a doctor queda muy impactado al ver las manos de Kelvin, pero este le pide que mantenga la mente serena afirmando que está bien.

—Necesito que hagas curaciones y me pongas vendas, el resto lo hago de manera interna. Ángel necesita bajar la temperatura y descansar; me gustaría que lo revises para descartar posibles daños colaterales,

Zircon responde de forma afirmativa y se pone manos a la obra.

—Si encuentras algo avísame —dice el doctor cuando sus manos ya están vendadas—. Sino te molesta reposaré un poco en ese rincón.

El otro se dispone a continuar la encomienda y una vez que logra nivelar la temperatura de Ángel, sale de la tienda.

—¿Cómo está? —pregunta nerviosa Iris.

—Ambos están durmiendo ahora, necesitan un tiempo para recuperarse. Si entran les pido sean silenciosos. Sappheiros, necesito hablar contigo.

—Bien, espera allá Zircon. —Señala un árbol cercano—. Iris ¿puedo pedirte que lo cuides hasta que despierte?

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