XXI - Desesperación

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Al día siguiente, Ángel recupera la conciencia, aun se siente aturdido, pero se percata que se encuentra en una habitación desconocida, por el olor intuye que es un hospital, además su cuerpo está cubierto de vendajes

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Al día siguiente, Ángel recupera la conciencia, aun se siente aturdido, pero se percata que se encuentra en una habitación desconocida, por el olor intuye que es un hospital, además su cuerpo está cubierto de vendajes. De pronto siente un dolor punzante en la cabeza, los recuerdos le invaden e ignorando su cuerpo destrozado, se intenta levantar para ir en busca de su amiga con gran desespero, pero se cae casi al instante, sus piernas no le sostienen.

Pronto llega un hombre a la habitación, parecía alguien del hospital quien de inmediato nota al joven en el suelo y le auxilia para regresar a la cama, sin embargo Ángel forcejea y el sujeto se ve obligado a pedir ayuda accionando la alarma de emergencia mientras aún sostiene al joven, que aunque está débil puede abrir sus heridas de nuevo con esos movimientos bruscos.

—Muchacho, tranquilizate, aun necesitas estar en cama, tus heridas son muy graves, tienes costillas fracturadas, tus piernas y brazos fueron severamente lesionados, estás lleno de contusiones en todo el cuerpo, en especial la cabeza.

—No me importa, tengo que encontrar a Iris.

Pronto llega más personal que intenta detenerlo, sin embargo Ángel está demasiado alterado y no hace caso, aun después de abrir varias de sus heridas de nueva cuenta.

—Es suficiente Ángel.

Una voz imperante se escucha a las afueras de la habitación y pronto entra Rufo, con una expresión severa en el rostro, se acerca al joven y lo toca en la cabeza ordenando algo en voz baja, esto hace que Ángel caiga inconsciente, permitiendo que el personal médico le atienda.

—Lo lamento doctor, parece que la situación será complicada con él, por eso decidí permanecer cerca, pronto vendrá alguien que puede ayudarnos con su recuperación, le suplico un poco de paciencia.

—Señor Rufo, no tiene que disculparse, cuidaremos de él sin importar lo que suceda —expresa el doctor.

—¿Qué ha pasado aquí?

Interrumpe esta vez la voz de una mujer que cruza la entrada bastante sorprendida por ver gente recogiendo cosas regadas en la habitación y otros atendiendo las heridas de Ángel. Ella es una hermosa mujer de semblante mayor y amable, cabello rosa oscuro, sus ojos del color de la gema que le da nombre.

—Mi señora Espinela, ha llegado antes de lo esperado —menciona Rufo haciendo una reverencia. Como predije, Ángel comenzó a actuar de forma imprudente, creo que tiene que ver con la desaparición de su amiga Iris, tuve que hacerlo dormir con mi poder, aunque no será por tanto tiempo, hemos solicitado su ayuda por la gravedad de sus heridas, lamento las molestias —vuelve a hacer una reverencia.

—Por favor, no digas eso Rufo, no podía esperar si Ángel está herido —dice Espinela con su tenue tono de voz característico, al tiempo que toca el rostro del hombre con suavidad, invitando a que recupere una postura erguida, para después acercarse al joven que reposa en la cama—, pero si está todo destrozado, ¿quien pudo haber hecho esto? —cuestiona preocupada.

AngelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora