Capítulo 20

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Mi madre estaba en coma otra vez. Y si llegaba a despertar, cosa improbable según Lewis, no le funcionarían tres cuartas partes del cerebro. Volvería a ser un bebé, había dicho. Pero lo más probable es que quedase en estado vegetal. En ese caso, si llegásemos a decidir sacrificarla, todos sus órganos serían donados. Ni siquiera sabía que Blake Caldwell hubiese consentido ser donante. Shane siempre decía que era una mala idea, porque los magnates necesitados de una médula te mandarían al otro lado con más prisa que el destino por sí solo.

—Vamos a esperar que Jane esté en condiciones para hablarlo —dijo Edward. Estaba claramente perturbado por la noticia, a pesar de que intentara esconderlo. Ahora que Stone había estirado las botas se creía el hombre de la casa y responsable de la familia.

—Es culpa de la puta Liz y el cabrón de Stone. Ahora que él se fue a recoger margaritas, se quiere llevar a mi madre también —rezongué, arrastrando las palabras. Mi boca se movía perezosa y mi voz salía lenta y grave.

Edward se inclinó para inspeccionarme los ojos. Yo froté mi nariz con la suya, sonriendo.

—¿Qué clase de caramelo es ése? Sigue queriendo mandar a Elizabeth al infierno.

—Las rosas no bloquean la mente, solo las mociones corporales. Es ella misma con el cuerpo de un sky-dancer —le explicó Shane. Eso tenía sentido. Mis movimientos eran flojos y torpes, pero mi cabeza seguía maquinando la manera más efectiva de desollar a Liz sin dejar pruebas.

—Eddie, ¿nos quedaremos sin madre también? —le pregunté, atropellándome con las palabras.

Mi hermano tragó con dificultad. No recibí ninguna respuesta de su parte.

Conocía a Edward. Adoraba a Stone, y se habría pasado mi inconsciencia llorando a solas como el niño que pretendía no ser. Había tenido tiempo para recomponerse, fabricarse una máscara y enfrentarse a la realidad para poder luchar junto a mí y a mamá. Pero ahora, estando a punto de perder a su madre también, tenía dificultades para contenerse.

—Lo mejor será que se vayan a casa —instó Shane—. Dejaremos la resonancia de Jane para mañana. Creo que ha sido suficiente para los dos por hoy.

Alcé la vista hacia él. No hablaría en serio. Se trataba de mi madre, no de uno de sus negocios turbios.

—No me iré a ningún lado —le aseguré—. Tú quieres matarla para quedarte con sus órganos. ¿Alguno de tus hermanos necesita una médula? ¿Te ha convencido Leigh de venderle su corazón para comérselo como tentempié?

Shane puso los ojos en blanco.

—Para de decir estupideces, niñata. No me hagas darte algo más fuertecito.

—Tío Shane, por favor —musitó Edward—. Tenemos que estar unidos en estos momentos.

—Opino lo mismo —intervino Arielle, como si a alguien le interesara—. Papá, Jane está pasando por una situación muy complicada.

—¿Y por qué situación crees que estoy pasando yo? —soltó Shane, elevando la voz.

Me puse de pie con piernas de gelatina. Edward me ayudó a sostenerme.

—Ya entiendo... —Me acerqué a su oído—. Tenías la vía libre y Liz te la arrebató con la noticia. Ya sabes lo que tienes que hacer, Harlek. Cárgate a esa zorra y me tendrás luchando con capa y espada de tu lado. —Palmeé su pecho y me aparté de él.

Shane no hizo gesto alguno, pero yo no necesitaba confirmación de lo que había dicho. Perdonaría cualquier cosa a mi tío, sobre todo porque él lo hacía conmigo y me consentía hasta lo último. Bueno, quizá lo que estaba a punto de hacer no lo iba a consentir conscientemente, pero quería creer que conocía lo suficiente a Shane como para saber que aplaudiría mis actos.

3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora