Capítulo 27

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Apenas pude pegar ojo aquella noche. Cada vez que intentaba cerrar los ojos, la imagen de Stone se me presentaba detrás de los párpados. Riéndose, hablando, corriendo, jugando, cocinando, besando a mi madre, cogiendo a mi hermano en brazos, dándole un zape en la cabeza cuando Edward soltaba una burrada mayor, pellizcándome la nariz cuando me quedaba ensimismada...

Pasada la medianoche, había bajado por un vaso de agua, consciente de que no iba a encontrar alivio en mi habitación. Había visto por la rendija inferior de la puerta que Lí-Sellers tenía la luz encendida. Me había acercado en busca de algún ruido, pero solo escuché el sonido de las teclas de su portátil. ¿Estaba trabajando tan tarde? Entonces había recordado lo que me había dicho, que gracias a nosotros se había retrasado en sus labores. Me había largado sin más, porque también había recordado el pedazo de ofensa que me había lanzado tomando el té. Había reprimido el pensamiento de que, de no ser por sus hirientes palabras, habría acudido a su puerta para confesarle que no podía dormir, y que me conformaba con sentarme en la ventana con una taza humeante entre los dedos mientras le miraba trabajar en silencio.

Se me revolvió el estómago de solo pensar que una Jane en algún universo hubiese estado satisfecha con eso. Porque la Jane de ahora solo había querido hacer que el estúpido hombre se tragara sus palabras una a una.

De regreso en mi habitación, había cerrado los ojos por minutos, pero mi cabeza no había logrado desconectarse por completo. Había sido cobarde y había pasado de largo por la habitación de Edward, cruzando los dedos para no escucharle llorar. Cuando por fin el sueño había logrado arrastrarme, el resplandor naranja del amanecer se coló por mi ventana. Me levanté para correr las cortinas y regresar a dormir, pero vi que eran las seis menos veinte y sabía que Edward vendría dentro de poco a sacudirme como lo había hecho la mañana anterior. Así que opté por conformarme con los minutos de sueño que había tenido y me fui al baño a hacer mis asuntos. Me lavé la cara y me sujeté el pelo en una coleta. Antes de cualquier otra cosa, necesitaba un café.

Arrastré los pies por la alfombra hasta las escaleras y desemboqué en la cocina. El corazón me dio un vuelco y, en un segundo, todo rastro de somnolencia había salido disparado de mi cuerpo. En un traje gris, zapatos negros de Armani y el cabello peinado como nunca, estaba Hassan Zachary Lí-Sellers. Se acercaba una enorme taza de café negro a los labios al tiempo que sus ojos se encontraban con los míos. Me miré las pintas. No llevaba puesto nada más que una camiseta de los Raiders, unos bóxers negros y pantuflas viejas. Lí-Sellers me escaneó de pies a cabeza mientras daba un sorbo de quince segundos.

—Buenos días —me saludó con la voz rasposa. Significaba que era su primera frase del día. Para mí.

Me dejé de estupideces y me acerqué a la cafetera para servirme una taza de café igual de grande. Solo los astros sabían lo mucho que la iba a necesitar.

—Buenos días —solté, consciente de que mi tono no coincidía con la frase.

—Te has levantado temprano hoy —observó.

Me giré con la taza entre las manos y me senté en la encimera. Me arrancaría la piel y me la cosería al revés antes de volver a compartir una taza de lo que sea con el director. Él giró su silla para mirarme, lo que indicaba que esperaba una respuesta.

—Es un día importante. Lean vendrá con el primer tren —le dije, con la mirada perdida en los fogones—. ¿No desayuna?

—Hummm.... —murmuró, pensativo—. Normalmente, no.

Solté un suspiro, recordando cómo mis padres, Edward y yo no nos saltábamos un solo desayuno en familia. Recordé el último brunch que habíamos tenido, mi conversación con Stone luego... Era fastidioso cómo cada momento de mi nueva vida estaba plagado de recuerdos de la anterior.

3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora