Capítulo 36

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Aquella noche me costó volver a dormirme. Estaba sumida en un vaivén de emociones, de miedos e inseguridades. Quería hacerme la digna e irme a dormir a mi cama, pero mi cuerpo se negó a abandonar el calor de Lí-Sellers. Me tumbé de regreso a su lado y empecé a enlistar a todas las mujeres con las que sabía que él había tenido contacto.

El primer evento extraño había sido aquella mujer rubia que le había metido un bofetón en pleno funeral. Jamás la había visto antes ni la volví a ver luego, por lo que estaba claro que había estado ahí con el único propósito de meterle un viaje al director.

El tatuaje no se traducía al nombre de Caryol, lo que era un alivio y a la vez un cabo suelto. Otra teoría era que fuese el nombre de alguna difunta abuela, pero su reticencia por contármelo me hacía dudar de que fuese la teoría acertada.

Esa noche soñé que Lí-Sellers se lo montaba con otra encima de mi cama.

Abrí los ojos cuando el cielo todavía estaba oscuro, y supe que no podría volver a conciliar el sueño. De todas formas, tampoco tenía caso. La alarma sonaría dentro de veinte minutos. Así que me decanté por prepararme café y enfrentarme a mis retos del día. Entre ellos, lidiar con la guerra civil que se montaría en la universidad.

Me quedé esperando que la cafetera goteara, decidiendo cuál sería el mejor acercamiento para dominar a mis semejantes. Sabía que hoy, cuando los tres idiotas salieran impunes de su vista con el director, los demás vendrían humillados a mis pies a pedirme gotas de misericordia. También contaba con que algunos de los que se habían quedado del lado de Jadesy reconsideraran su postura al ver que yo meaba el terreno mejor que la bastarda.

Entonces consideré algo que no había hecho antes. Si esa zorra se sentía tan segura de que el director se pondría en mi contra por un chisme sucio, debía tener un as bajo la manga, algo de lo que yo no tenía conocimiento. La había visto hablar con él, tan relajada y en confianza. Había visto cómo lo miraba cuando había llegado a buscarme a la fiesta. Como si... Como si fuese ella quien lo hubiese llamado. Y él hubiese obedecido como un cachorro bien amaestrado.

Ella tiene algo que ver. ¿No lo ves?

Me giré, siguiendo el origen de la voz. Me sujeté a la encimera, enterrando mis uñas en el mármol. Me quedé congelada, incrédula de lo que estaba viendo. Parpadeé, esperando que desapareciera.

Pero no lo hizo.

Era una niña de unos doce años, de cabello largo y rizado. Tenía los ojos verdes, idénticos a los de Stone. Llevaba puesto un vestido negro de terciopelo y zapatos de charol. Un vestido perfecto para llevar a un funeral.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté a la niña. Estaba sentada en la silla más alejada. Los bordes de su figura se fusionaban con la pared, como en un sueño.

Ella ladeó la cabeza, confundida por la pregunta.

Tú me trajiste, respondió ella, pero sus labios no se movieron.

—¿Fuiste tú quien me dijo que le pidiera a Lí-Sellers que me hiciera daño? —le pregunté en un susurro.

Ella frunció el ceño, pensativa.

Era lo que tú querías.

—Antes no podía verte, ¿por qué ahora sí?

Ella esbozó una sonrisa que me heló la sangre.

—Buenos días —saludó la voz de mi hermano. Entró por la puerta, rascándose el culo, y se abalanzó sobre la cafetera. Cuando regresé la mirada hacia la silla del fondo, estaba vacía—. Oye, yo no puedo vivir en esta casa si voy a tener que escucharte gritar cada noche. Tengo una carrera que sacarme, ¿sabes?

3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora