Capítulo 15

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Me despertó el grito ahogado de Liz llamando a su hermano. Luego fuertes e insistentes golpes en su puerta.

Me incorporé a toda velocidad y, flaqueando por culpa del maldito tobillo, abrí dos centímetros la puerta y asomé el oído para saber qué estaba ocurriendo.

—¿Qué pasa, Lizzy? Son las cinco de la mañana...

—¡Es Martín! Lo han echado del internado —le contó ella entre ahogos.

Me llevé la mano a la boca para no soltar un enorme jadeo. No me lo podía creer; había funcionado. Que todos los dioses del Olimpo convirtieran a Tanikja en embajadora terrenal de las buenas fortunas. Cerré los ojos y agudicé el oído.

—¡¿Qué?! ¿Quién te lo dijo?

—Él mismo. Acaba de llamar; está intentando contactar con Hassan, pero no ha logrado llegar a él.

—Pero, ¿qué pasó? ¿Estás segura de que no se trata de un malentendido?

—¡No sé, no sé, Hassan! —La desesperación en su voz no hacía más que elevarme la libido. Me recordaba a la amargura que había sentido yo cuando me anunciaron que me exiliaban a Mánchester con ella—. Dijo que eran órdenes del señor Stone, pero Berton Stone está deshabilitado. No me puedo creer que esté pasando esto. ¿Cómo vamos a pagar el tratamiento de los niños? —murmuraba entre llantos—. La hipoteca, las deudas de Martín...

—Shhh, tranquila —siseaba su hermano, probablemente abrazándola—. Sabes que no dejaré que le pase nada a los niños. Te he insistido mil veces en hacerme cargo de los gastos del tratamiento...

—¡No! —chilló ella—. ¡Martín y yo somos los padres! Nosotros tuvimos dos hijos y tenemos que hacernos cargo de ellos. Accedí a que Hassan nos ayudara con el trabajo de Dublín, pero ahora permite que su padre lo eche a la calle sin un céntimo. No entiendo nada.

—Voy a llamar a Hassan. Esto tiene que ser parte de un monumental malentendido —razonaba Lí.

Puse los ojos en blanco. Sabía que era un malentendido que aclararían tarde o temprano, pero cruzaba los dedos por que fuera lo más tarde posible. Y eso era solo una probadita del infierno que iba a caer sobre los hombros de la zorrona de Liz, y cuando estuviera al fondo de la mierda, muy jodida y el rímel le llegara hasta las rodillas, se encontraría con la noticia de que yo era la autora de sus pesadillas.

—No es ningún malentendido, Zac. Ambos sabemos qué ha pasado... Es todo obra de Blake Caldwell. Es la única capaz de enredar a Berton a espaldas de Hassan.

—¿Qué? ¿Por qué Blake Caldwell haría algo así?

Frené una risa histérica. La teoría no era imposible de creer. Mi madre era una auténtica bruja cuando se trataba de custodiar el purro anciano de Stone, y arruinaría la vida de cualquier mujer que siquiera insinuara interés en él.

—¡Porque odia a Martín! Hassan lo sabía y se aseguró de no contarle que lo había empleado. ¡Pero está claro quién se lo dijo! —dijo al borde de la desesperación.

—¿Jane?

Un minuto largo de silencio.

—No sé qué hacer, Zac. Yo no soy Hassan Stone, no tengo lo que hace falta para criar adolescentes rebeldes.

—Tranquila. Ven aquí. Todo cambiará cuando empiecen las clases; tendrá menos tiempo para hacer travesuras y se enfocará en sus estudios. Ella quiere independizarse, y sacarse la universidad en el menor tiempo posible será su mayor prioridad.

—Oh, por favor. Ambos sabemos cómo intentará sacarse la universidad más rápido.

—Lizzy, por favor. Deja esas ideas de una vez. Ni Jane está interesada en mí ni yo en ella. Se comporta así solo cuando estás tú, y sabes muy bien que es con el único propósito de molestarte.

3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora