Capítulo 13

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La casa de los Lí-Sellers me esperaba impaciente, con su fachada señorial y ese aire malicioso que me hacía sentir en mi hogar. Algún día tendría una casa como aquella para mí sola. Se acatarían mis órdenes y la primera sería que Arielle fuese non-grata.

Pero, aparte del detalle de que no era mío, aquel sitio cumplía con todos los requisitos para hacerla llamar mi guarida. Que viviese Liz en ella empezaba a convertirse en un pequeño placer culposo. La tipa estaba muy lejos de la polla de Stone, lo que significaba que no era una amenaza, de momento, para el matrimonio de mis padres. Y, por otra parte, yo tenía valiosísima información relevante para ella. Otra cosa que hace la gente cuando la cojes de los huevos y es que te obedecen. Yo tenía a Elizabeth cogida de al menos dos; su marido y sus críos. Recordé que la muy puta le había lengüeteado la oreja a Stone en el auto, agradeciéndole el trabajo que le había dado a Martín en Dublín. Y el primo Lewis había dicho que los padres de las mierdecillas cuidaban de las hijas de otros. Dos más dos cuatro y pim pam, Martín limpiaba culo de internas en el internado de Irlanda. Ese donde tía Levi había descubierto que era pansexual.

No transcurrieron ni dos segundos después de que Lewis aparcara cuando su móvil sonó.

—¿Qué mierdas quieres ahora? —respondió él, y salió del coche. Lo imité, alzando la oreja hacia su conversación. ¿Le hablaba así a Liz?—. Que ya estamos aquí afuera, joder. No le he tocado ni un pelo. Tú, en cambio... —Se rio al verme. Era mi director favorito, preocupado por el bienestar de mis seis labios—. Ya te veo. Ya.

Lí-Sellers abrió la puerta principal, con el móvil pegado al oído. Sus ojos se estrellaron en mí mientras yo andaba cual cenicienta hacia la zapatilla de cristal.

—¿Por qué han tardado tanto? —Seguía mirándome a mí, pero sabía que se lo preguntaba a su primo.

—Es alucinante, Hass. El puto de Hassan no le contó sobre mí. De ti lo entiendo, no tienes nada de interesante, pero ¿yo? La próxima vez que vuelvas a hablar con él dile que deseo que coma mierda en cantidades industriales.

—¡Lewis! Es el padre de Jane —le regaño el director. Sí, el mismo que anoche le había llamado "pringado".

Caminé detrás de él en dirección a las escaleras de la entrada, y tuve una idea fantástica.

—¿No te has enterado? Ella quiere que coma un poco también. Aquí la tienes, a tu doncella de diecisiete años, sana y...

Fue difícil, pero aflojé el pie al segundo escalón para resbalarme. Era denigrante y vergonzoso, sí, pero soy del porcentaje que piensa que el fin justifica los medios. Caí de bruces como una muñeca de trapo sobre el suelo. El tobillo derecho me quedó doblado debajo de mi pierna izquierda.

—No tan salva —concluyó Lewis al tiempo que Lí-Sellers gritaba mi nombre e iba en mi auxilio.

Yo me quedé en el suelo, exagerando solo un poco mi expresión de dolor. Me había dado bien. El golpe me hacía ver mini directores volando alrededor de mi cabeza.

Mi querido chuletón me sujetó de los brazos e intentó ponerme de pie, pero un fuerte quejido de mi parte le indicó que me había roto algo.

—Se ha torcido el tobillo. Probablemente un esguince —reveló Lewis.

—¿Tú crees? —masculló Lí-Sellers extremadamente fastidiado.

—Calla y cógela como si la fueses a pasar bajo el umbral en tu luna de miel.

—Agh, mierda. ¿Puedo ser más estúpida? —renegué, sujetándome la piel hinchada.

Los brazos de Lí-Sellers me sujetaron como Lewis se lo había indicado. Primero un brazo en mi espalda y el otro detrás de mis rodillas. Mis pezones empezaron a sacudirse como dos radares de andrógeno, alarmados por la proximidad de testosterona. Atrapé el cuello de Lí-Sellers con mis brazos y uní mi frente a su mejilla. Sufrí la urgencia de clavarle los colmillos en el cuello; pero prefería aplazarlo para cuando él me lo suplicara.

3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora