Habían ambientado el gran salón del internado adecuado para la ocasión. Estaba repleto de gente de todas las edades, pero las chiquillas vestidas iguales eran claramente internas. Noté la mirada de todas ellas al hacer mi entrada triunfal. Todas pálidas, inconformes de estar ahí. No sentían el más mínimo aprecio por mi padre, pero estaban obligadas a asistir al funeral. Hacía menos de veinte años, mi madre era una de ésas. Agobiada, rebelde y desesperada por escapar de aquel sitio. Esas paredes de hormigón reforzado de estilo neoclásico eran tan conocidas que hasta el olor me hacía sentir en casa, pero para ellas era una cárcel, un castigo. Pero algo tenía en común con todas aquellas escuálidas chicas: todas habíamos estado bajo el yugo de Hassan Stone.
El salón estaba decorado con infinitas flores blancas y cortinas de punto que daban un aspecto fantasmal al evento. Me corrió un escalofrío por la espina dorsal.
La gente se apartó a nuestro paso, creando un pasillo que desembocaba en mi hermano, de ojos rojos y nariz hinchada. Lí-Sellers me escoltó hacia él, y el camino se me hizo eterno.
Mi hermano me envolvió en un abrazo y su olor me inundó los pulmones. Durante un instante, me sentí de nuevo en casa. Por un momento, una pequeña fracción de tiempo, todo me pareció irreal. La muerte se me pintaba imposible. No en mi familia, no mientras Edward estuviera ahí conmigo.
Pronto se acumuló una horda de gente a nuestro alrededor para abrazarnos y darnos el pésame.
Primero fue Levi, con su rubio cabello domado por un moño alto y señorial. El dolor se reflejaba en sus ojos, solo recalcando su belleza aún más. Era una de las características principales de Levina Harlek, sus emociones exageraban su hermosura.
—Lo siento tanto, Jeannie, querida —susurró en mi oído.
Asentí, mirando hacia otro lado. No sentía su dolor, ni me transmitía su pesar. ¿Luto? Todo lo que sentía era un hueco en mi pecho, enorme y que, con cada segundo que transcurría, se ensanchaba más y más.
Detrás de ella, su hija, cómo no, esperaba su turno para regodearse de mi pérdida. Sus dedos apenas tocaron mi espalda. En cambio, se dedicó a observar mi vestimenta.
—Es un vestido precioso —remarcó, y escuché claramente la envidia y el desprecio en su voz. Una mano masculina la apartó de mí.
Shane.
—Lo siento mucho, pequeña mía —me dijo, y me estrechó en sus brazos. Por encima de su hombro vi cómo Edward hundía su rostro en el cuello apestoso de Arielle. Sin enterarme, mis uñas se clavaron en la espalda de mi tío.
Se apartó de mí al ver que un hombre alto y corpulento se nos acercaba.
—Mi más sentido pésame —dijo el hombre con voz ronca. No tenía idea de quién era.
—Gracias, Von —respondió Shane.
Uno tras otro, todos se acercaron a Edward y a mí a estrecharnos la mano, darnos un abrazo o soltarnos un comentario fuera de lugar. Alguno que otro se atrevió a preguntar por mi madre. Shane les hacía evasiva, permitiéndome tener tranquilidad.
Cuando me hube hartado de toda aquella farsa, me disculpé con Shane y le dije que quería estar sola. De camino a la puerta, Arielle me interceptó.
—¿A dónde vas? —me preguntó, sujetándome del brazo.
Me desasí de su agarre con fuerza.
—Donde no pueda ver cómo te aprovechas del luto de mi hermano para hurgar entre sus pelotas.
La expresión se Arielle se endureció, mostrándose más parecida a la imagen que yo tenía de ella que aquella que todos los demás veían. Una auténtica víbora devora hermanos huérfanos.
ESTÁS LEYENDO
3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]
Teen Fiction[VERSIÓN EDITADA Y EXTENDIDA DE MALA JANE, DE HARRY STYLES, (POR AUTORA ORIGINAL) DE 2012-2013] Si Jane y Edward quieren gozar de la jugosa fortuna de sus padres tienen que seguir la única condición que éstos les han impuesto: abstenerse de reclamar...