Capítulo 18

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Elizabeth abría la puerta al momento que yo bajaba.

La alta figura de Stone se dibujó detrás de la puerta. El culo se me entumeció de inmediato. ¿No podía haberle pasado algo de camino? Podría haberse estrellado contra un árbol o algo. Sabía que me iba a aguar la noche y ni siquiera había puesto un pie dentro de la casa todavía.

Para mayor indignación, la sucia de Elizabeth se abalanzó sobre él, y estaba segura de haber visto cómo se le frotaba en la entrepierna. Claro, la muy zorra había echado a Martín de una patada para poder tener el camino libre hacia las pelotas de Stone. Y con mi madre en casa... Qué putos descarados. Me lo esperaba de la facilona de Liz, pero de Stone, que se había dado a la tarea de crear una imagen de purro flácido... Me quedaba claro que no se podía confiar en ningún pendejo. Seguro el purro se le había disparado al sentir a la zorra ésa.

—Hassan —rezó Liz, hundiendo su cara en su cuello. Él frotó su espalda. Si se atrevía a apretarle el culo, me lanzaría a sacarle los ojos para colgármelos en el cuello.

No me hizo falta chivarme a Blake. Ella ya estaba en la entrada de la cocina, observando aquel preámbulo de apareamiento con sus propios ojos.

—Blake —se apresuró a decir Stone, apartando a Liz. Solo le faltó esconderla debajo de la alfombra de una patada—. ¿Por qué viniste hasta aquí sola, sin avisarme?

Esa última frase era tan venenosa como Stone mismo. Mi madre no había llegado sola, sino con Edward, pero, para él, si no la acompañaba él mismo, Blake estaba sola. Mensajes subliminales. Los conocía perfectamente; lo había usado con Edward hace unos minutos.

Todos me decían que tenía la personalidad de mi madre, pero no veían que, si tenía algo de manipuladora, lo había heredado de las tóxicas venas de Hassan Stone.

Mi madre llegó hasta él y le plantó una bofetada en toda la cara. Liz se llevó las manos a la boca. Yo también, pero para esconder mi carcajada silenciosa.

—¡¿Por qué no me dijiste que mandabas a Jane con un hombre mayor?! —le reclamó mi madre—. No te fue suficiente que viviera con la perra ésta. ¡Eres un asqueroso! ¿Crees que no veo lo que estás haciendo? Es una de tus técnicas de educación extremas, ¿no? Hacer que un hombre cambie la mentalidad de tu hija con solo comerle el escarabajo.

Stone intentó coger sus manos, pero ella se apartó con un movimiento brusco.

—No te lo dije por esto —le explicó él, intentando tocarla otra vez. Ella alzó una mano para detenerlo—. Sabía que te pondrías como loca.

Abrí los ojos. Lo siguiente era un derechazo. Y bien merecido.

—¿Y de qué otra forma iba a ponerme? Tú no los viste como los vi yo. El tipo ése tenía el purro apuntándole a la barbilla a tu hija. ¡Y ella! ¡Lo miraba como si tuviese el purro bañado en oro!

—¿Qué? —jadeé. Yo no me veía así.

Era mi momento.

—Jane, ¿de dónde saca tu madre todo esto?

—No te hagas el tonto, papá —intervine.

—Eres un maldito bastardo, Stone. No quiero volver a verte —le decía Blake.

Sí, eso era un poco drástico. Pero las veces que mamá le había pedido el divorcio a Stone en una de sus discusiones ascendía a un número más alto de los que Levi sabía contar. Recuerdo la vez que había exigido que mi padre abandonara la casa porque olvidó pedir cajas de huevo de doce unidades en lugar de seis. Con lo que tenía preparado para él, no iba a tener vidas suficientes para pedirle perdón a Blake.

3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora