Capítulo 7

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Viajamos las tres en primera clase. Me relajé en mi cama con mi copa de champán. Pero, en cuanto alcanzamos altitud, Arielle se acercó a mí.

—Deberías sentarte con tu mamá. No para de llorar —me dijo.

Yo asentí, pero no se movió.

Solté un quejido y me puse en pie. Arielle se adueñó de mi asiento individual, y yo me fui a sentar en los dobles con la lloricona de mi madre. Me dejé caer a su lado y solté un suspiro.

Efectivamente, estaba nadado en sus propias lágrimas. Me sujeté el cabello en una coleta alta y me quité las gafas oscuras que llevaba puestas. Con esa actitud de separación matrimonial no íbamos a ir a Las Vegas. ¡Era su jodida ciudad favorita! Que yo supiera, mamá adoraba viajar de regreso a su ciudad natal, aunque me hubiese repetido muchas veces ya que nunca nos iríamos a vivir ahí.

—Mamá —empecé, pero no se giró hacia mí—. No llores, mami. No lo vale.

—Está bien, Jane. Déjame llorar —me pidió. Pero ambas sabíamos que no estaba bien, que no iba solo a echarse una lagrimita y a seguir con su vida. Qué va, destilaría lástima esta vida y la siguiente porque le habían puesto el cuerno. Por favor, les pasaba a todos los matrimonios de todas las eras.

—No voy a dejarte llorar. No, no, no.

—¿Qué más puedo hacer? ¿Festejar? —No me mostraba el rostro, y mejor, pues soportar el espectáculo de su cara demacrada no era de mis actividades favoritas.

—¡Claro! No le vas a dar el gusto a ese patán de verte destrozada, ¿verdad? Mamá, naciste millonaria en la mejor ciudad del mundo. Y si tienes algo por que llorar es porque, de alguna manera, has perdido muchos años de tu fantástica vida en una casucha en las afueras de Londres. ¡Eres joven y estás a tiempo de recuperar tu vida! ¿Crees tú que él se siente mal en este momento? Para nada. Le está comunicando too a la zorra de su amante y se la esté tirando entre fuegos artificiales.

Mamá se giró. Por amor a todo lo que se mueve, ¡se miraba horrible!

—No me digas eso, que me destrozas más.

—Es la realidad —le dije, apartando la mirada—. Nada más piénsalo: tú llorando abatida en la tristeza, mientras él se faja a una perra desconocida, en un hotel cinco estrellas, sin recordar ni tu nombre. Eras un estorbo para él. Nunca te quiso, o no te hubiese hecho esto. Lo que toca ahora es demostrarle a ese cabronazo quién es Blake Caldwell.

Mamá estiró la mano, para llamar al servicio. Cuando la azafata apareció, mi madre le pidió una interminable lista de licores. Abrí la boca, enterándome de que mis palabras eran magia. De alguna manera, podía manejar las cosas y a la gente a mi modo, y les hacía un favor a la vez. Mi madre me lo agradecería algún día, y quién sabe, tal vez Stone también.

Blake Caldwell piso tierra estadounidense borracha. Tuve que ayudarla a bajar del avión. Arielle consiguió una silla de ruedas; así logramos arrastrarla hasta la salida.

El trayecto en taxi hasta la mansión Caldwell tomó un rato. Mi madre lo pasó todo inconsciente. El guardia de la entrada no nos quería dejar pasar.

—No esperamos la llegada de la señorita Caldwell —insistía.

—Bueno, es que no teníamos que pedirte permiso antes. ¿Reconoces a mi madre? —Cogí el rostro de Blake y se lo enseñé a través de la ventana.

—Por supuesto que reconozco a la señora Stone, solo quería avisarles que los señores Caldwell no están en casa.

—No los necesitamos. Abre las puertas.

El hombre asintió y las puertas se abrieron de par en par. Estaba demasiado emocionada para enfocarme en el incompetente portero. Arielle se me quedó mirando cuando se me escapó un aplauso de euforia.

3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora