¿Increíble? En absoluto. Pero no por eso dejaba de impactarme. Edward jamás le hubiese dicho algo así a mi madre si no sospechara él mismo. Todos sabíamos lo volátil que podía llegar a ser mamá, así que la información era totalmente verídica.
¿Cómo se atrevía Stone a hacerle algo así a mi madre? ¿Y traerla hasta los internados? Iba a llegar al fondo del asunto a como diera lugar, y aunque resultara falso, podía serme de utilidad. Hassan Stone podía no ser el director perfecto que todos creían, y estaba segura de que, si así era, no quisiera que nadie se enterara. Incluyéndome.
No me sorprendía que se la estuviera clavando a alguien, sino que dejara pruebas de ello. Si tan solo pudiera tener acceso a las facturas que tenía Edward, pensé, podía tener acceso a los detalles de su aventura.
Me sentí tentada por ir a la habitación de mis padres y registrarla de pies a cabeza, pero mi madre y Ed podían regresar en cualquier momento. Y por muy estúpido que fuera Stone, no iba a dejar huevos de pascua en la habitación donde dormía con su mujer. Todo lo que podía inculparlo —y que estaba a mi alcance— estaba justo donde Ed había hallado las facturas. Estaba segura de que podía encontrar pistas más implícitas que seguro él había pasado por alto.
Iba a hacer algo que no hacía en mucho tiempo. Abrí mi armario y me preparé para la misión. Shorts oscuros, sudadera negra, gorra y deportivas blancas. Mi maquillaje a punto y labios en un tono nude oscuro. Bajo el nublado cielo de Londres, emprendí mi caminata hasta el internado.
Pasé de largo por las internas que practicaban pádel dentro de una red gigante.
En la parte de atrás había una ventana de madera pintada en blanco. Miré alrededor, asegurándome de que nadie me mirara. Me sujeté de las hendeduras que había entre bloque y bloque y apoyé los pies en el borde de la ventana.
Ahora venía la parte interesante. Estiré el pie hasta uno de los ladrillos y ejercí presión. El ladrillo cedió, dándome espacio para apoyar el pie. El patrón era de tres por tres. Tres ladillos más arriba, tres a la derecha estaba el siguiente. Éste tuve que hacerlo con la mano. Tenía que apresurarme; después de treinta segundos, los ladrillos regresaban a su posición original. De tres arriba, tres a la derecha, llegué al tejado del internado.
Se trataba de una terraza gigante donde nadie más que el director y su familia sabía de su existencia. Ahí estaban todos los radiadores, el tanque de agua, la caja eléctrica y los conductos de ventilación, que era la manera de entrar al internado sin ser detectado. Abrí la primera compuerta; no atraía en absoluto a lanzarse. Me lancé.
A solo un metro de distancia, acababa la caída. Me agaché y deslicé hacia arriba un panel totalmente liso. Bingo. La luz del exterior, donde todo el aire del internado acababa saliendo, se filtró, iluminando el camino hacia abajo. Me deslicé por los conductos, dejando atrás el enorme abanico que giraba con fuerza. Tres aberturas hacia delante y tres a la derecha. Tres adelante, tres a la derecha. Y así hasta acabar en el portillo de la oficina del director, justo detrás del sofá de la abuela.
Me senté en la silla de mi padre y me dispuse a infiltrarme en su computador. ¿Contraseña?
«ElizabethPoulston». No.
«MimujersetiraaShaneyotambiénpuedometerlaenotrositio». No.
«Janesufreymuere». Tampoco.
¿Qué mierdas? ¿Desde cuándo Stone es tan poco predecible? Intenté también con todos los cumpleaños, fecha de bodas... Ninguna.
Estaba escribiendo «Melapela» cuando la puerta se abrió.
—¿Jane? —se sorprendió Stone. Yo me sorprendí de descubrir que estaba solo.
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3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]
Подростковая литература[VERSIÓN EDITADA Y EXTENDIDA DE MALA JANE, DE HARRY STYLES, (POR AUTORA ORIGINAL) DE 2012-2013] Si Jane y Edward quieren gozar de la jugosa fortuna de sus padres tienen que seguir la única condición que éstos les han impuesto: abstenerse de reclamar...