Capítulo 34

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Me comí algo rápido con Leon en el Costa. Llevaba el sándwich aún en el gaznate cuando deposité mi culo sobre el asiento de la siguiente clase. Entre mantener un expediente reluciente y frotarme a oscuras con El Cuerpo Docente, empezaba a verme obligada a agendar mis meadas. Ahora entendía por qué mamá no había atendido nunca a la universidad. Esa mujer se hubiese vuelto loca de haberle tocado quedarse sentada en un mismo sitio durante más de cuarenta segundos.

La clase estaba sumida en un silencio sepulcral, pues el profesor nos había puesto a hacer el análisis de un caso práctico presupuestario.

Tenemos que hablar, escribió él en mi libreta. Ya se había quitado las gafas, y aunque seguía dando un miedo que te cagas, si no lo mirabas mucho no sentías que el infierno fuese a salir de sus pupilas para abducirte.

¿Qué pasa?, respondí yo a través del papel.

Problemas.

Solté un suspiro que pesado que llamó la atención de toda la clase.

Los miré, parpadeando.

—¿Es que nunca habían visto a nadie respirar? —gruñí.

Leon me puso la mano en el hombro en un intento de bajarme el enojo que empezaba a aflorar en mis entrañas. Sí, poco tenía que ver con las miradas de la gente, pero todo el que se me acercaba cuando me iba mal corría con la mala suerte de sentir la imperialidad de mi personalidad. Ellos no lo entenderían. Personajes analógicos.

Esta noche en Grand Daddy's, escribió él solamente.

Yo asentí.

La última clase la compartía con ambos Garner. Leonor no se había quitado las gafas oscuras aun cuando el reloj ya había marcado las cinco de la tarde y las nubes de lluvia ya se habían ennegrecido. Afuera hacía frío, pero dentro, con la calefacción, Leonor debía estarse asando con ese cuello alto, los guantes y el pañuelo.

Cogí su mano y le quité uno de los guantes. Un enorme moratón le pintaba todo el dorso.

—Deberías denunciarlo —la animé.

—¿A tu hermano?

—Por supuesto. Te ha convertido en un mapa topográfico.

—¿A qué hora lo viste por última vez?

Me di toquecitos en la barbilla con el lápiz, recordando.

—Lo desmoralicé por última vez a eso de mediodía. ¿Por qué? ¿Crees que ya le toca otra dosis?

Ella se rio, negando con la cabeza.

Cuando acabó la clase, sentía que la cabeza iba a explotarme. Y apenas era el segundo día. ¿Cómo iba a conseguir sobrevivir a tres años de eso? Stone debía estar montándose una fiesta temática en su tumba, celebrando que me había sentenciado a años de esclavitud.

Afuera del salón estaba mi hermano, sonriendo demasiado para ser el desgraciado que era. Abrí la boca cuando vi que se acercaba, pero me quedé con la palabra colgando de los dientes cuando pasó de mí sin siquiera dedicarme contacto visual. Se fue directo a los ultrajados huesos de Leonor. Le cogió las manos y le plantó un beso en los labios, tan largo que nos dio tiempo a Leon y a mí de intercambiar miradas.

—¿Sabías algo de esto? —me preguntó.

Me encogí de hombros.

—Tenía ligeras sospechas cuando la vi desnuda entre las sábanas de mi hermano. No sé cómo me siento al respecto... —empecé a decir, cuando vi a Arielle en la distancia, acompañada de un par de chicas desconocidas. Sus ojos estaban clavados en la parejita de recién fajados—. Ummm —me saboreé—. Acabo de decidir que me encanta esta relación.

3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora