El primo Lewis y yo anduvimos por la calle poco rato, pues pronto encontramos una de las incontables cafeterías de Costa llena de jovenzuelos sociabilizando o acabando deberes tardíos. Lewis me indicó que eligiera una mesa mientras él se ocupaba de pedir nuestros capuccinos. Me decanté por unos taburetes acolchados cerca de la ventana. Advertí que todas las estudiantes se repellaban la cara con una buena capa de maquillaje, mientras que los chicos no eran más que empollones cuya dieta no incluía proteína. Era una decisión que debía tomar; qué papel iba a ocupar yo en la universidad. De algo sí estaba segura: mi relación con el director, cual fuese, debía ser de conocimiento público entre el alumnado.
—¡Capuccino con leche de avena y canela! —anunció Lewis, ofreciéndome una enorme taza humeante.
Le agradecí con una sonrisa y me obsequié un primer sorbo.
Él se desprendió de su abrigo y se sentó frente a mí. Sus manos atraparon su taza y sus ojos se enfocaron en mí sin disimulo.
—¿Así que eres el primo enchufado de mis nuevos dueños? —dije, cruzándome de piernas.
Lewis sopló una risa, abierta y descarada. Cogió un sobrecito de azúcar moreno y disolvió la mitad en su taza. Mis ojos se plantaron en la cucharilla que se movía en sentido de las agujas del reloj. El movimiento era hipnótico; tan mecánico que la cucharilla se duplicó ante mis ojos. De un parpadeo, volvió a ser una.
Debía ser un bajón de insulina en mi sangre.
—¿De verdad no sabes nada de nosotros? Lizzy tenía razón: Hassan nos borró del mapa después de casarse. ¿Cómo está, por cierto, el muy cabrón? —Se llevó la taza a los labios, sin despegar sus ojos de mí.
Analicé a aquel individuo de rostro despejado y ojos celestes. Si todos mis profesores iban a tener ese calibre, tendría problemas sacándome la carrera mientras el culito de Lewis se menease frente a la pizarra.
—¿Qué clase de relación tenías con mi padre? Jamás en lo que tengo de vida he escuchado que aquel se refiera a él como «cabrón». A excepción de mi madre, claro.
Él asintió con los ojos en blanco.
—Dejé de verlo poco después de que nacieras, pero era un calzonazos la última vez que lo vi. Del tipo que lo es hasta el día de su muerte. —Se encogió de hombros—. Y un patán de primera desde que conoció a tu madre. ¡Sin ofenderte a ti! A tu madre, sí, pero a ti, no. Lo que hizo con mi tía fue una verdadera putada.
Fruncí el ceño. ¿Era en serio que ese hombre era profesor? Entre el director de veintipocos y el profesor boca-sucia empezaba a dudar de la exigencia que tenía la universidad con la plantilla. Y, teniendo en cuenta que yo iba a asistir, con la admisión estudiantil. Seguramente los primitos Lí-Thorton habían accedido a sus puestos de la misma manera que mi hermanito y yo: con una llamada a la persona correcta y a cambio de algún favor. Lí-Sellers ya me lo había chivado en el teatro; «Buenas referencias, ganarse la confianza de la gente adecuada...»
—Conozco la existencia de tu familia desde hace cinco minutos, así que tendrás que ponerme al día. Stone, además de cabrón, calzonazos y patán es también un mentiroso de primera. Si tan importante eran ustedes para él, ¿por qué los ha escondido de nosotros? ¡Y de repente de manda a vivir, con su cara dura, a su hija deshonra con una desconocida! ¿Quién cojones son todos ustedes? ¿Y por qué coño nadie tiene el mismo apellido? ¿Es todo un montaje? Empiezo a creer que Stone me ha vendido a una mafia de trata de blancas.
Los ojos de Lewis relucían a pesar de que el sol hubiese dimitido aquel día. Su sonrisa no podía extenderse más por su cara. Parecía extasiado por escucharme despotricar cuatro barbaridades. Nunca había conocido a nadie que reaccionara de tal manera ante mis opiniones. De acuerdo, iba a picar con el primo del pueblo.
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3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]
Teen Fiction[VERSIÓN EDITADA Y EXTENDIDA DE MALA JANE, DE HARRY STYLES, (POR AUTORA ORIGINAL) DE 2012-2013] Si Jane y Edward quieren gozar de la jugosa fortuna de sus padres tienen que seguir la única condición que éstos les han impuesto: abstenerse de reclamar...