Capítulo 38

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La puerta de la habitación de Edward estaba abierta. Me apoyé en el marco y me quedé mirando a mi hermano, que estaba tumbado en la cama mirando al techo con cara soñadora y una sonrisita estúpida plantada en los labios.

—Por supuesto. Lo que sea por ti —decía él al teléfono.

Bufé una risa, delatando mi presencia Mi hermano se irguió al instante y me dedicó una mirada de espanto, como si en lugar de su hermana gemela fuese Satanás quien lo había descubierto prometiéndole mentiras a probablemente Leonor. Más le valía que fuera Leonor.

—Luego te llamo —dijo y tiró el teléfono a un lado—. ¿Por qué me miras así?

—¿Así cómo? —le pregunté, acercándome a él como un felino hambriento.

—Estoy seguro de que Lí-Sellers sabe muy bien lo que es la menstruación. Podías haberle dicho tú misma lo que te pasaba —repuso, haciéndome hueco a su lado.

Acomodé mi culo y me desparramé sobre su almohada.

—Por supuesto que aceptaré consejos menstruales de alguien que no tiene útero —ironicé—. No vengo a discutir contigo, sino a advertirte.

—¿Jadesy viene por mí?

—No si yo voy por ella primero. —Le dediqué una mirada oscura—. Necesito que escuches muy atentamente y sigas al pie de la letra todas mis indicaciones. Voy a distraer a Lí-Sellers mientras tú sales y haces una llamada a la policía.

—¿Para qué? —inquirió con los ojos abiertos de par en par.

Esbocé una sonrisa torcida y a él le abandonó el color del rostro.

—¿Puedo? —pregunté, asomando la cabeza por la puerta.

El director se giró desde su escritorio, y la miel en su sonrisa me animó a abrirme paso hasta él. Cogió mi mano y me guio hasta sus piernas. Deslicé mis dedos por su cabello y uní mis labios a los suyos. Él me recibió con movimientos suaves y cálidos. Podía sentir el asomo del té de menta que se había bebido hacía poco.

Rompí el beso y le entregué un trozo de papel doblado. Él lo cogió, y lo abrió ahí mismo.

—Tenía razón —empecé diciendo—. Todo el mundo quiere probar el Nirvana, pero el proveedor pide un precio muy alto. El infeliz de Syd es quien estaba detrás del timo del LSD. Y aunque me hubiese gustado que él y su infernal novia hubiesen sido los proveedores del Nirvana, resulta que fue una mentira para poder atraer gente a esa asquerosa fiesta y quedar como un grande. —Pausé un instante, sopesando la reacción del director. Me humedecí los labios, porque se me estaban resecando de los nervios—. Nadie de esa fiesta consumió Nirvana auténtica.

—¿Y estos nombres? —Alzó el papel en alto.

Abrí la boca para hablar, y Lí-Sellers se quedó esperando mi respuesta. Hice que se me cristalizaran los ojos.

—Son los que sé que han consumido Nirvana en el pasado. —Agaché la mirada—. Si se dan cuenta de que yo te he dado sus nombres... —Tragué con fuerza—. Los padres de algunos son muy influyentes. Dime que no estoy cometiendo un error al entregarte esta información.

Él sujetó mi rostro y clavó sus ojos en los míos.

—Nunca permitiré que nadie te haga daño. Nadie —añadió con el tono endurecido—. Voy a detener la investigación a no ser que haya otro brote de Nirvana. Y no te preocupes por estas personas —me dijo, guardándose el papel en el bolsillo—. Yo me encargaré de ellos.

Asentí, suspirando de alivio.

—Gracias.

Él se puso de pie, conmigo en brazos, y me depositó sobre su cama. Dejo caer su cuerpo sobre el mío, estrujándome los pulmones. Él me arrebató lo que me quedaba de oxígeno, y yo le entregué mi boca sin rechistar. No me importaba perder el conocimiento bajo el efecto de sus labios. Sabía que moriría algún día, y hacerlo sometida al placer que brotaba de él era la única manera en que quería hacerlo.

3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora