Capítulo 41 [PARTE 2]

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Entendía por qué les gustaba tanto esa mierda.

En un instante era mortal, y al siguiente no me batía ni el puto Clark Kent. Podía ver desde las cuatro esquinas de la habitación, como si tuviese cámaras conectadas directamente a mi cerebro. También podía ver desde los ojos de los demás. Solo me hacía falta parpadear y mis manos y mi cuerpo ya no eran mis manos y mi cuerpo. Estaba dentro de Adam. Era un grandote rubio de grandes músculos y quería montarme a todos los presentes en la habitación.

Estaba tan sumida en mi propia experiencia que no podía preocuparme por lo que le pasara a los demás.

Todos mis sentidos se agudizaron. Podía escuchar las voces de mis amigos, riéndose y descubriendo sus propias capacidades. Podía oler el aroma de cada uno como si lo tuviese dentro de la nariz. Cada célula de mi cuerpo absorbía todas las sensaciones; la calidez de la habitación, la suave y ligera corriente que se colaba por las rendijas de la puerta y las ventanas. Si me enfocaba lo suficiente, podía hacer zoom en los rostros de los demás.

Es más, podía hacer cualquier cosa que me propusiera. Me sentía igual de contenta y amigable que antes, pero mi nivel de consciencia era superior. Nunca me había sentido tan viva.

En cuanto me acostumbré a mis nuevos dones, exploré a los demás. Empecé por mi hermano, para descartar que se hubiese convertido otra vez en un animal.

Edward estaba en un rincón, batiendo una épica batalla con el aire. Arielle y Leonor se habían convertido en las mejores amigas, riéndose y probándose todos y cada uno de los sets de lencería de Leonor. Adam se daba un festín visual, animando a las chicas a probarse más conjuntos. Kean estaba enfrascado en una ardiente discusión consigo mismo en el espejo, insultándose de maneras que ni yo me hubiese atrevido.

—Eso, Kean. Díselo —lo animé.

—¿Sabes qué es lo gracioso? —me preguntó Leon, tumbado desde la cama.

Me giré hacia él. Estaba completamente vestido, mirando hacia el techo.

—Soy muy feliz aquí con todos —le dije, acercándome a él. Me senté a su lado y estiré la mano para tocarle el pecho.

—Lo sé. Ven aquí —me pidió, abriendo los brazos.

Me acomodé en su pecho, rodeándolo con los brazos. Aquel sitio era tan cómodo que prefería quedarme a vivir en él que regresar a casa con un hombre que me tenía de segunda opción. No, señor. Me iba a quedar para siempre con mis amigos.

Alcé el rostro y me encontré con los labios de Leon tan cerca de mí que podía sentir el calor emanando de ellos. Me lancé a besarlo, y me perdí en un orgasmo interno solo de escucharlo gemir. Sabía lo que quería, e iba a obtenerlo aquella noche. Sentirme deseada era una de las sensaciones más excitantes que podía tener. Y las manos de Leon, moviéndose tensas alrededor de mi cuerpo, me mostraban lo ansioso que estaba por tenerme. Tener ese tipo de poder sobre otra persona era embriagador, y quería más.

—Chicos, estoy listo —irrumpió la voz de Kean. Me enderecé para verlo. Llevaba puestos únicamente unos boxers—. Quiero hacerlo.

Leon se rio.

—¿Y quién va a ser la afortunada? O afortunado.

La sonrisa de Kean cesó.

—¿Qué? Pensaba que era un trabajo en equipo.

—Espera, espera —dijo mi hermano, después de meterle un derechazo al aire—. ¿Quieres que te desvirguemos todos a la vez?

—Eso sería un poco brusco, ¿no crees? —dijo Arielle, acercándose a él. En un parpadeo, ella estaba mordiéndole el cuello. Pero al siguiente, había regresado a su sitio. Quizás solo lo había imaginado.

3. MALA JANE (Abi Lí) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora