33- Creo que no me recuerdas

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La primera persona en comentar cinco veces el emoji del conejo (🐰) le dedicaré el próximo capitulo...

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POV MEL

Fui caminando por los pasillos, hasta lo que se suponía era la biblioteca, abrí la puerta eh inmediatamente pude observar las grandes estanterías con libros de todo tipo. Esto era el cielo.

Me adentre en la habitación cerrando la puerta detrás de mí, ya estaba aquí ahora solo debía encontrar el libro correspondiente.

Noté que los libros estaban ordenados por el abecedario así que empecé a buscar por la letra C.

Minutos más tarde aún seguía buscándolo en el nivel más bajito, estaba agachada en el suelo buscando encontrar el libro, el sonido de la puerta abriéndose y cerrándose me hizo saber que alguien había entrado, seguramente Daniela había venido a ayudarme, sinceramente ya tenía mucho tiempo aquí.

—Aun no encuentro el libro, podrías ayudarme buscando en las estanterías más altas — propuse mientras seguía en lo mío.

—Por supuesto, conejita — una voz gruesa me hizo estremecer, me di la vuelta encontrándome con la persona que menos esperaba ver aquí —Por fin estamos solos Mel, aunque creo que no me recuerdas muy bien — una sonrisa malévola apareció en su rostro y lo supe inmediatamente.

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A partir de aquí habrá descripción de temas delicados, se recomienda discreción.

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Me negué a creer que era él. Estaba bajo el mismo techo que yo casi todo el tiempo, comía en la misma mesa que yo y aún así no me había dado cuenta de nada. El miedo se apodero de mi cuerpo, de repente había empezado a sudar frio... Era él, venia por mi como lo aseguro la última vez. 

Me moví hacia atrás tratando de alejarme lo más posible de él, pero me fue imposible cuando me tomo del pelo jalándome hacia sus pies.

—¡Suéltame, suéltame! — tomé sus manos tratando de que soltara mi pelo, pero no lo hizo —¡Ayúdenme por favor! — grité lo más fuerte que podía, tanto que me había empezado a faltar la voz.

—Grita lo que quieras, nadie te escuchará. Además de que tus gritos sólo me excitan más — soltó con una sonrisa ladeada en su rostro para después empujarme al suelo con fuerza.

Ahora mi espalda dolía, el impacto había sido muy fuerte y me empezó a doler la cabeza con intensidad.

Mis ojos se abrieron con miedo cuando aquel loco desquiciado subió encima mío aplastándome con su enorme cuerpo.
—No por favor. No me hagas esto — pedí entre lágrimas. Pero el sólo me miraba con perversidad y odio a la vez.

¿Qué había hecho yo?

—Eres mía — escupió con rabia en su voz —Y voy a hacer lo que me apetezca contigo — soltó

Acercó su rostro al mío a lo que yo traté de defenderme arañándolo con mis uñas. Eso fue lo peor que pude hacer...

Sólo recibí un fuerte golpe en mi rostro. Sentí un dolor tan intenso en mi ojo izquierdo, no puede evitar cerrarlo por la sensibilidad que me daba la luz, empecé a llorar más fuerte pero cada lágrima hacía que mi ojo golpeado ardiera más.

Eres mía, mi conejita I & IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora