14- Tarde de asado

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La última persona en comentar cinco veces el emoji del conejo (🐰) le dedicaré el próximo capitulo...

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Una semana después

POV MEL
23 años

—Algo tonto de su parte — solté

Debes comprenderlo — Ada habló en mi cabeza

—Ni siquiera me deja darme un baño sola — me quejé cruzandóme de brazos.

Sabes bien la razón — me recordó

—No va a pasarme lo mismo que a su madre. Siempre hago las cosas con cuidado y más ahora — negué. Para entrar un poco en contexto: su madre nos contó hace más de un año cómo casi pierde el embarazo debido a un resbalón que se dió mientras salía de la ducha, al perecer Ethan lo recordó y ahora no me deja ducharme sola.

Temé que te suceda algo — es más que obvio

—Ya lo sé, pero no es para tanto — rodé los ojos

Para él sí lo es — concluyó, y después de eso no la escuché más, por lo que supuse había cerrado la conexión.

Rodé los ojos nuevamente y fijé mi mirada en mi ordenador. Por lo menos podía seguir trabajando en la oficina sin ningún inconveniente, aunque hace unos días Ethan se interpuso, al final terminó dejándome en paz, con la única condición de que dejaría de trabajar cuando esté en una etapa avanzada del embarazo.

Y por lo que veo no cumpliré con mi parte del trato. No me quedaría aburrida en esta enorme mansión sólo porque él así lo prefiere.

—Te estoy escuchando y estoy en desacuerdo con tu opinión — su voz detrás de mí hizo que me sobresaltara, ¿en qué momento había llegado?

—Llegué hace un momento. Pero leí en tus pensamientos cómo claramente planeabas desobedecerme.

—¿Qué? Y-Yo no eh pensado nada, ¿de que estas hablando?

—Voy a fingir que no has dicho nada y seguiré con mi trabajo — me fulminó con la mirada antes de volver a situarse detrás de su escritorio.

Apenas eran las una de la tarde y mi estómago estaba rugiendo, no entendía la razón, pues había comido lo suficiente.

[...]

Habíamos pasado unas horas encerradas en la oficina, ahora nos encontrábamos en el primer piso, en la cocina exactamente, buscando algo para merendar.

—¿Quieres alguna ensalada o algo? — me preguntó, pasando la mano por su cabello despeinado.

—No quiero eso — negué

—Entonces, ¿Qué quieres? — interrogó levantando una ceja.

—Algo salado... No lo sé... ¿Carne de pollo?

—¿Carne?. Ya veo...

—¿Eh? — lo miré con duda a la vez que me sentaba en su regazo.

—Los bebés lobo están haciendo efecto en tu organismo — aseguró con una sonrisa ladeada en su rostro.

—Entiendo... hace unos días tengo antojos muy extraños.

—Ven — tomó mi mano —Quiero prepararte un asado de pollo yo mismo.

Eres mía, mi conejita I & IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora