Capítulo 17

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Kiara

Ok, esto es un gran problema, demasiado diría yo.

Rebeca palideció y cuando intento levantarse del sofá se tambaleó pero Liam la atrapó antes de que pudiera tropezarse.

–No...él n-no...-repetía Rebeca una y otra vez.

–Muñeca tienes que calmarte -le decía Liam aun sosteniéndola.

–N-no respiro, n-no puedo respirar -balbucea Rebeca intentando mantener la calma.

–¡Miguel busca el inhalador! -dice Liam tomando a Rebeca por la cintura mientras que esta se lleva las manos a la garganta y empieza a toser- ¡Esta en la primera gaveta de mi mesita de noche!

Miguel asiente y sube corriendo las escaleras de dos en dos. La señora Isabel intenta calmar a Rebeca, pero es imposible, esa chica está tan metida en su estrés y ansiedad por saber sobre su primo, creo que todos nos hubiéramos puesto de esa forma.

En estos momentos me sentí la persona más inútil del mundo, sin poder hacer nada, viendo como intentan ayudar a que Rebeca respire. Es bastante triste y molesto simplemente tener que observar y pedir porque esa chica no se desmaye antes de que venga Miguel.

Rebeca estaba tomando un color morado claro cuando Miguel corre por las escaleras casi cayéndose de estas.

Liam toma el inhalador con rapidez y se lo pone en la boca a Rebeca y esta inhala, todos dan un suspiro de alivio al ver como la chica toma su color original. Pero la tranquilidad duró poco ya que Rebeca empezó a llorar y se aferró a Liam arrugando su camisa con los puños.

–Necesitamos ir ya al hospital -dice Miguel buscando las llaves del auto.

–Los acompañare -dice Isabel agarrando su bolso.

Salimos de la casa y nos subimos al auto de Miguel. Arrancamos lo más rápido de pudimos en silencio, según Liam el hospital no estaba muy lejos de donde vivían y eso tranquilizó un poco a Rebeca que tenía la su cabeza en el hombro de Liam mientras esta le hacía cariños en el cabello.

Se lo que siente Rebeca en estos momentos, sentir que alguien cercano a ti podría estar muriendo es doloroso, y justo en ese momento mi mente viajó al pasado cuando tenía 9 años...

–Mateo escúchame -le digo a un niño de 5 años-, voy a entrar a la casa por unas toallas pero tú te tienes que quedar aquí en el lado bajito de la piscina hasta que vuelva ¿ok?

Este asiente con la cabeza y empieza a jugar con un barco que le regalaron mis padres, en eso yo salgo de la piscina y me dirijo a la cocina de mi casa para buscar las toallas que había dejado en la isla.

–Hija -me llama mi madre- ¿Y Mateo?

–Lo deje jugando en la piscina en el lado bajito.

–¿De que hablan mis princesas? -dice mi padre llegando a la cocina y posicionándose al lado de mi madre para luego darle un beso en la coronilla.

–De Mateo -dice mi madre sonriendo.

–Bueno, si no les molesta, iré a buscar a nuestro pequeño pez -sonrió y salgo de la casa.

Pero al estar afuera pegue un grito de horro y tira las toallas al piso, mis padres salieron y al ver la misma escena que yo palidecieron.

Mateo está flotando boca abajo en la parte de la piscina onda...

Yo no sabía nada muy bien así que mi padre se lanzó y agarró a Mateo para traerlo hasta la orilla. Ya en ella lo recostamos boca abajo y mi madre le empezó a hacer RCP con respiración boca a boca.

Viva pero muertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora