Viva pero muerta

Capítulo 24

Tres días... tres largos días en donde lo único que he hecho es estar sentada en la playa. Cuando esta el sol solo puedo ver personas felices nadando, niños haciendo castillos de arena, y parejas agarrando sol. Cuando sale la luna, todo esta desolado y mi única compañía son los cangrejos.

No he querido moverme de aquí ¿Para qué? ¿A donde iría? Si me hubieran preguntado eso hace un mes les diría que caminaría por las calles hasta que se dieran cuenta que no hago nada aquí abajo y me mandarán para arriba, en donde deberían de estar todos los muertos.

Una parte de mi no quiero irse porque tengo la ilusión de que el vendrá a buscarme, pero la otra parte dice que nunca lo hará.

Kiara, una parte es tu corazón y la otra tu cerebro.

Mi cerebro te lo acepto, ¿pero mi corazón?

Si, tú corazón, sabes que te estás encariñando con él más de la cuenta.

No puedo estar empezando a sentir algo por él, todos sabemos donde va a acabar: dos personas lastimada -y ese no es el punto.

Bufo frustrada por todo lo que está pensando mi cabeza, así que, después de tres días que estar sentada -pienso que si estuviera viva tendría el trasero entumecido-, me levanto para dar una vuelta por la playa.

Está atardeciendo y quedan pocas personas en esta, la mitad están o muy borrachas, o muy adormiladas. Los niños que quedaban estaban todos dormidos en los regazos de sus madres -supongo yo que son sus madres- con unas toallas encima que simulan ser una sábana.

Cuando voy por la mitad de la playa, noto qué hay una niña de aproximadamente nueve años que se está alejando mucho de la orilla, la niña sabe nadar muy bien, pero eso no es motivo para que no se canse. Poco a poco cómo está intenta regresarse pero está demasiado lejos y se está cansando.

Nerviosa por la situación, me volteó para ver al grupo de personas que parecen ser con quienes ella llegó, todos están hablando y escuchando música -parecen ser los más sobrinos de la playa-. No podrían escuchar a la niña si pide ayuda ni aunque si quieran por lo alto de la música.

Me pongo cada vez mas nervioso cuando la niña empieza a pedir ayuda y nadie la escucha.

–¿¡Que hago que hago que hago?! -chillo desesperada para mi misma.

Intenta lo que hiciste con Darla.

¿Lo que hice con Darla?

Si, cuando le dijiste que no se metiera con Liam, le hablaste y ella te escucho.

Si pero estaba muy molesta en ese entonces.

A lo mejor ahora te funciona porque estás nerviosa, inténtalo.

Suspiro y me acerco lo más rápido que pudo al único hombre que está en la playa sobre un flotador en forma de dona.

–Me pongo al lado de su oído- ¡La niña detrás de ti se está ahogando! -vuelvo a chillar desesperada mientras más pasa el tiempo.

El hombre palidece pero luego voltea rápidamente para mirar detrás de él y se da cuenta de que no estoy mintiendo. Él soltó un insulto y nado lo más rápido que pudo hasta donde estaba la niña que le faltaba poco para hundirse. Todos los presentes al ver su acción se voltearon y empezar a gritar cuando vieron como el hombre nadaba con desesperación para alcanzar a la niña.

Una mujer -que supongo que es la madre porque se parecen mucho- empezó a llorar y se lanzó al agua mientras que el señor nadaba hasta la orilla con la niña en brazos.

–Dios mío mi niña -dijo la señora cuando agarro a su hija.

–Mami... -susurra sollozando la pequeña.