Capítulo 18

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–¿De verdad? -dije mientras me reía.

–En serio, fue un accidente, no pensé que por bañar a mi hámster se podía morir.

Me río aun más después de lo que dijo Miguel, llevamos varias horas sentados en el techo mirando las estrellas y la luna, hablamos de todo tipo de cosas, después sus gustos hasta los míos.

–No puedo creerlo -digo entre risas- ¿que persona es capaz de bañar a su hámster?

–¡Tenía 12 años!

–¡Tenías consciencia como para saber que no debías bañar a tu hámster!

–¡Pero en la escuela me dijeron que si se podía!

–Pues déjame decirte mortal, que quien te dijo eso quería que mataras al pobre hámster.

–Déjame.

-¿Como se llamaba?

–Te vas a burlar si te digo -se cruza de brazos.

–Claro que no, dime -golpeó su hombre juguetona.

¿Que tan malo podia ser el nombre de su hámster?

-El susurro algo que no logré escuchar- ¿Qué? No te escuche.

–¡Chocobollo! -gritó.

Me le quede mirando unos segundos pero ambos empezamos a reírnos a carcajadas.

–¡Dios mío! ¿¡Chocobollo?! ¿¡Enserio?! -intentó decir entre risas.

Duramos un par de minutos riéndonos hasta que poco a poco nos fuimos calmando.

–¿Quien en su sano juicio le pone Chocobollo a su hámster?

–Yo -se señala con los pulgares.

–¿De donde sacaste eso?

–Me gustaban bastante los bollos de chocolate que hacía mi nana, así que porque no llamarlo, Chocobollo.

Sonreí y negué. Se acomodó el silencio entre nosotros, pero no era uno incómodo, sino era de esos que no tienes con todo el mundo, en donde transmiten palabras sin tener que abrir la boca.

–Mira -señala Miguel al cielo- una estrella fugaz, pide un deseo.

Cierro los ojos y se que a pesar de que no se va a cumplir lo que pida, me gusta hacer este tipo de cosas que me hacen sentir que no estoy sola, a pesar de haberme sentido mucho tiempo así cuando vivía con mis padres.

–¿Como se sentía vivir tanto tiempo en un hospital?

–Fue bastante feo -respondí con tristeza- no tenía amigos, así que nadie me visitaba, las únicas personas con las que lograba hablar eran niños que estaban desahuciados y pronto morirían, o con las enfermeras ya que les pedía que se quedaran un rato conmigo y me contaran sobre sus increíbles vidas. Durante 4 años fui un experimento, me pasaron de cuarto en cuarto en el hospital, pruebas y más pruebas, agujas por todas partes -me estremecí ante el recuerdo-, cirugías de las cuales no sabía si iba a salir con vida, dolores por todos lados, llorar de noche porque no aguantaba más con mi vida, intentar convencer a mis padres una y otra vez con que ya era suficiente y debían dejarme ir, pero ellos decían que era una egoísta por querer dejarlos, los entendía, era su hija y no querían perderme, pero ellos no me entendían a mi, quería parar de sentir dolor, no quería llorar más, sufrir, no quería nada, solo quería irme en paz...

Se me hizo un nudo en la garganta pero me aguante las ganas de llorar.

–¿Como moriste exactamente?

Viva pero muertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora