Capítulo 30

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Edward

–¡Mamá! ¡¿Dónde guardaste las pastillas?! -grito desde el baño

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–¡Mamá! ¡¿Dónde guardaste las pastillas?! -grito desde el baño.

–¡En la gaveta del baño! -buscó y encuentro las pastillas para el dolor de cabeza.

–¡Gracias!

–¡De nada!

Me termino de arreglar y bajo las escaleras para ir a la cocina por algo de comida.

Hoy es el día en el que hablare con la profesora de Anthony sobre su piromanía. Quiero saber más del tema.

–¿Que huele tan bien?

–Arepa frita de las que hacía tu abuela.

–Yei.

Mi abuela vivió muchos años de su vida en Venezuela, así que era costumbre que cada vez que íbamos a su casa, comer arepa frita con queso.

–¿Vas a ir a buscar a los chicos?

–No, tengo unas cosas pendientes que hacer.

–¿Tienes todo?

–Si mamá.

–¿Llevas las pastillas?

–En la guantera del auto.

–¿Llevas los lentes?

–En la guantera del auto -repito.

–¿Llevas tu botella con agua?

-Me quedó callado antes de sonreír- No mami...

–Yo sabía que te faltaba algo -pellizca mi mejilla y luego se dirigió al refrigerador para sacar mi botella de agua congelada mientras yo terminaba de comer-
Sabía que se te iba a olvidar, toma.

–Mami, por eso eres la mejor -beso su mejilla y me despido para desaparecer por la puerta de la entrada.

👻

Hace unos días logré conseguir el número de teléfono de la profesora de Anthony y Alexander. Ella dijo que después de dar sus clases tenía todo el tiempo libre y que podíamos reunirnos en la preparatoria.
Yo prefería que nos reuniéramos en el restaurante o cafetería a lo cual ella acepto.

Estacionó al frente de la cafetería Sunway la cual propuse por su variedad de dulces.

Al entrar la campanita que está colgada en el techo suena y todos las personas del local voltean a verme para después volver a centrarse en lo que estuvieran haciendo. Paseé mi mirada por todo el local pero no encontré a la profesora.

Nunca la había visto en persona ni en fotos, pero supongo que es de esas señoras de cuarenta años.

Me siento en una de las mesas con sillas de taburete altas, allí espero unos minutos y me doy cuenta de que la profesora está llegando tarde.

Viva pero muertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora