Evitar lo inevitable

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Septiembre, 2018

-Te juro que yo aún sigo sin creérmelo.

-No jodas, ¿cómo vas a creértelo? Estoy flipando yo que no lo viví – respondía el mallorquín patidifuso.

-Pfff, fue increíble, de verdad. En mi vida había sentío eso. -le dijo sincera con la mirada rebosante de alegría.

-¿Y cómo es? ¿Le hace justicia el mote? -preguntó curioso.

-Pfff, Ricarda, es genial. A ver, ella no me tocó porque pobrecilla estaba mu nerviosa, pero es que no hizo falta. Es un espectáculo de mujer, y ya se ve a simple vista, pero es que imagínate en esa situación -le contaba entusiasmada.

-Pero, vamos a ver, que yo me entere, me estás diciendo que ¿no te tocó? Y estás así -le dijo señalándola incrédulo.

-No hizo falta, Ricky.

-Mimi...

-Cállate maricón, que ya lo sé.

-¿Y ahora qué? ¿Te ha dejado de hablar otra vez?

-No, a ver, se fue esta mañana temprano porque tenía que ir a la discográfica.

-¿Y cómo fue el despertar? -preguntó esperanzado al entender que Miriam no había salido huyendo.

-No fue, yo me hice la dormía y ella se fue.

Ricky tomó aire preocupado por su amiga.

-Mimi, no se despidió ni nada, ¿no?

-No, pero porque llegaba tarde y yo soy mu dormilona.

-Ya -cabeceó con gesto serio, -Mimi, sabes qué quiere decir eso, ¿no?

-No quiere decir na pesao. Tenía prisa y se fue -ante la cara de obviedad que estaba poniendo su amigo, Mimi se apresuró a añadir. -Además, que sepas que dijo que no volvería a pasar con esa sonrisilla de pilla que pone cuando miente descará -le decía al mallorquín tratando de contagiarle su buena energía.

-Luego no digas que no te lo advertí. Te lo ha dicho y se ha pirado, ¿qué más quieres?

-Todo -respondió con una sonrisa culpable. -Y lo voy a conseguir, Ricarda. Ya verás. Es solo sexo -dijo para convencerse a sí misma mientras se levantaba a fregar su plato, -no es la primera vez que lo hago. Cuando alguna encuentre a alguien pues se corta y ya está, pero mientras nos damos la alegría.

-Ponle pilas al satisfyer, entonces -le advirtió el mallorquín saliendo de la cocina.

Pero el optimismo de Mimi iba a ser muy difícil de doblegar. Que le había dicho que no volvería a suceder, sí, pero también se lo había dicho con esa cara de "soy más mentirosa que Judas". Además, que ella se moría de ganas de volver a estar con la gallega y ver todo lo que era capaz de hacer sin esa timidez del primer encuentro.

-Ricky -lo llamó haciendo que este volviera al marco de la puerta de la cocina. -Me he enamorao.

-Ya te vale, Mimi. No dirás que no te advertí -le dijo acercándose a ella para dejarle un beso cariñoso en la cabeza. -Suerte.

Porque la iba a necesitar, porque tenía todas las papeletas de acabar mal, porque en el momento en que hay sentimientos de por medio todo se complica, porque cuando son unilaterales duele más.

El día de la gallega se presentaba apretado. Llevaba toda la mañana de un sitio a otro, de la discográfica al súper, del súper a casa a dejar la compra para ir al centro comercial a por bolsos, mochilas y maletas, y del centro comercial a comerse el coco de vuelta a casa. ¿En qué momento había dejado que pasara lo de anoche? Cada vez, estaba más convencida de que aquello había sido un error. Había disfrutado, sí, y aquello ya le carcomía suficiente. ¿Por qué le había gustado? Miriam tenía claro que no le gustaban las chicas, muy claro o muy grabado; ni por asomo le gustaba Mimi. Así que prefirió zanjar el asunto en su cabeza, ya lo zanjaría con su amiga. Un momento de debilidad, de instinto, de dejarse llevar por el tiempo que llevaba sin estar con nadie. La granadina la había hecho sentir muy cómoda, sí, pero ya está. No había más, no sintió nada más, se mentía a sí mima cada vez que acudía a su cabeza alguna imagen de la noche anterior.

KILLA / Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora