Inevitable, ¿irrepetible?

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Septiembre, 2018

-Mmmm, qué rica, Mimita -dijo la gallega que ya había acabado con su mitad.

-Otra cosa no, pero las tortillas las hago de puta madre.

-Ellaaaa que cocina -dijo dejando escapar una sonrisita.

Contra todo pronóstico, Mimi era mucho más cocinillas que ella. Aunque una tortilla no es que tuviera gran dificultad en la elaboración, lo cierto es que si la granadina ponía empeño podía hacer platos muy buenos. Pero era raro que Mimi se ofreciera a cocinar pudiendo comer precocinados, tuppers o pedir algo. Eso sin decir, que la mayor parte de los días llevaba un ritmo tan ajetreado que no era raro que tuviera que comer en algún restaurante cercano al sitio donde le tocase trabajar o dar concierto.

-No mucho, pero porque no quiero. Soy un partidazo, gallega -dejó caer la mayor levantándose para llevar los platos a la cocina.

En otra situación, la gallega habría discutido con ella hasta conseguir que comieran en el comedor, pero después de la pequeña riña no tuvo ánimos ni fuerzas para emprender el tira y afloja de nuevo. Mimi, siempre se tomaba aquello a risa y obedecía como una niña pequeña a la que acaban de regañar, pero algo le decía a la gallega que con la inestabilidad que se traía aquella noche no era la mejor opción.

-Mimita -la llamó siguiéndola hasta la cocina.

-Dime, reina.

-Te quiero mucho, -le dijo abrazándola con fuerza cuando se giró hacia ella -eres la mejor amiga del mundo mundial.

La granadina, aunque sintiendo una pequeña punzada en el pecho, le correspondió con ganas. Le había dicho que la quería, no era la primera vez que se lo decía, y conociéndola como la conocía la gallega no era de las que lo decía; era de las que lo demostraba, y de las que cuando quería demasiado lo soltaba de repente sin motivo alguno. Como si fuera un pensamiento intrusivo que no podía reprimir; y a Mimi le fascinaban ese tipo de personas que no tienen necesidad de decirte cosas bonitas todo el tiempo porque ya lo demostraban con pequeños gestos, pero que cuando lo decían era porque lo sentían de verdad, porque les resultaba inevitable. Así que, se quedó con la primera parte, y obvió la segunda resignándose a que ese era lugar.

-¡Anda ya! No me apetece na' dormir, me he espabilao'-le dijo dirigiéndose de vuelta a su habitación.

-Yo también, ¿nos ponemos una peli? – le preguntó la gallega emocionada dando saltitos.

-Vale, genial. Exceptuando una, elige la que quieras.

-Vale -accedió contenta encaminándose al cuarto de la mayor.

-Bueno, exceptuando dos -se corrigió la granadina siguiéndola, mientras recordaba que "Solo en casa" tenía dos entregas.

-Jobá.

-Mira que eres pesá, illa. La habrás visto ochenta veces, si es que te sabes los diálogos enteros.

-A mí me gusta -dijo para romper a carcajadas ante la risa floja que le entró a la mayor esa expresión.

-Entonces, ya no quiero peli. ¿Vemos una serie? -continuó.

-Menos Vis a vis, la que quieras.

-Joder, Mimi -se quejó la más pequeña mientras encendía el ordenador de la granadina.

-Trae -le dijo señalándolo.

-¿Por? -le preguntó extrañada -No suele importarte que lo coja yo.

-No me molesta, reina. Lo mío es tuyo, pero es que le puse contraseña y tengo que guardar unos archivos que dejé a medias, a ver se si van a borrar.

KILLA / Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora