Normas

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Yo siempre he sido muy de sábados... ¿para qué perder la costumbre? ¡¡¡Capítulo!!! Os leo.

Octubre, 2018

Ninguna supo en qué momento habían caído rendidas por el cansancio, pero lo primero que vio Mimi al despertar no fue lo que le hubiera gustado.

-¡MARICONA!, SAL YA DE LA CUEVA Que así no... DIOS, perdón -cerró de inmediato quedándose unos segundo en blanco detrás de la puerta.

<<¿Acabo de ver a Miriam en bolas?>>

Los segundos que Mimi temió por un despertar de la gallega que no llegó.

<<Ni se ha inmutao, mi cachorrillo>> se dijo feliz deslizando el dorso de su mano por la mejilla de Miriam, tumbadas ambas frente a frente, Mimi de lado y la gallega con el pecho enterrado en el colchón y la cara más relajada que Mimi le había visto nunca mirando hacia ella. Llenando la almohada con el desorden de sus rizos, con una mano bajo la almohada y la otra en la cintura de la granadina.

<<Esto es un puto sueño>> pensó estirando el cuello para ver la hora, las siete y cuarto. Menos mal que la gallega le había dicho que no tenía nada programado ese día.

<<Qué guapa es>>, pensaba mordiéndose el labio cuando volvió a acordarse del motivo por el que había abierto los ojos. Con todo el cuidado que pudo, salió del colchón y se puso una bata corta para salir de la habitación sin que a Miriam le diera un infarto si llegaba a verla desnuda por el piso sin pudor alguno. Solo cuando cerró la puerta tras de sí, ocasionando que Ricky casi se cayera, recuperó su ritmo habitual arrastrando de la camiseta a su amigo hasta llegar a la cocina.

-¿Qué coño haces aquí? -le gritó susurrando.

-Mimi, -le dijo alucinado -vivo aquí. La pregunta es qué hace Miriam así en tu cama. A mí hoy me va a dar algo.

La sonrisilla que dejó escapar Mimi podía hablar sola, pero más lo hacían sus ojos.

-Ay Ricky, si no me ha dao a mí todavía. Pfff -se dejó caer medio flotando en la silla.

-Mimi -la llamó perplejo. -¡Mimi!

-¿Qué? -le dijo apoyando la cabeza en el respaldo de la silla.

-MIMI, ¡ESTO ES MÁS GRANDE QUE LO DE FÁTIMA!

-Shhhh, cabrón, cállate que me la despiertas.

-Mimiiiiiii -la balanceó arrodillándose junto a su amiga. -Ay, ay, no llores -la advirtió al verla con la lagrimilla asomando. -Mimi, no llores, ¿eh? No te ha hecho nada malo, ¿no?

Pero Mimi acababa de ser consciente de lo que había pasado, de lo que podían significar las últimas palabras de la gallega. Tocar de oído... improvisar, repetir, no juzgar, no más incomodidad, solo ellas. Que sí, que ella había prometido aparcar sus sentimientos, pero es que ¿cómo se aparca algo que no se ve? Pero bueno, Miriam no tenía que enterarse de eso. Miriam... Ay, la dichosa gallega. Nunca había conocido alguien tan impredecible, tan mágica, tan complicada... Y lloraba, lloraba porque se sentía llena, porque sola sabía que ya lo estaba, la gallega la había enseñado a priorizarse sola o acompañada; pero con ella se sentía desbordar, y nunca viene mal que sobre lo bueno, ¿no?

-¡Mimi! -la zarandeó emocionándose por su amiga. Claro que no le había hecho nada malo, esa sonrisa no necesitaba más respuesta.

<<Así sí, gallega>>.

-Ay... Ricarda, que tú no sabes lo que es... es que no te haces a la idea, de verdad, uff.

-Madre míaaaa, Mimi, no te he visto así nunca, ¿eh? -le dijo besándole la mejilla.

KILLA / Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora